Por Victoria Rábago

El 13 de noviembre de 2015 será una fecha recordada no precisamente por la tradicional creencia de que es una fecha que acarrea mala suerte. Este año, este día quedará grabado en la memoria colectiva por haber sido el escenario de uno de los episodios más traumáticos de la historia de Francia e igualmente triste para el resto de la humanidad.

Esta fecha será recordada por la crueldad, vileza y frialdad con la que los perpetradores ejecutaron a sus víctimas, y como es usual en este tipo de atentados, los asesinos actúan escudados por la supuesta causa de la fe, fe que tiene entre sus fundamentos la no agresión ni verbal ni física.

Entonces, siendo el Islam una de las tres religiones monoteístas por excelencia, acompañado por el Cristianismo y el Judaísmo, ambas en tosas sus facetas,  religiones en las cuales su dogma está sustentado en el amor al prójimo, la caridad para con tu hermano y el respeto, siendo estos cultos con más fieles a nivel mundial entonces ¿Por qué desde tiempos milenarios seguimos viendo pueblos desangrándose por su fe? ¿Por qué en la actualidad seguimos excusándonos en la religión cuando es bien sabido que los eventos del día de hoy son consecuencia de los actos pasados que los gobiernos occidentales para con el mundo “no occidentalizado”?

El odio demostrado por los perpetradores durante los ataques manifestó no una prueba de fe a favor de Alá y su profeta,  más bien mostró el profundo odio, rencor y desprecio que tiene un particular sector la sociedad musulmana. Este sector está compuesto por aquellos que tratan de reivindicar los derechos de sus naciones ya que éstos fueron pisoteados otrora por las metrópolis coloniales durante el siglo XX. Unidos a ellos tenemos el sector “ambivalente” jóvenes que nacen en Europa, pero que tienen origen musulmán. Muy particularmente en Francia y en Reino Unido, se está dando el fenómeno de jóvenes que “son” pero “son europeos”, por ello y más particularmente en una etapa tan crítica como la adolescencia, estos jóvenes buscan una identidad en donde encajar. Los gobiernos al no realizar políticas de integración contundentes, en el presente y en el corto plazo, se seguirán enfrentando a este tipo de lamentables manifestaciones de profundo odio los unos contra los otros.

Sin duda que Francia debe de defender a su población, pero no sólo mediante el uso de la fuerza, ya que es extremadamente complicado pelear contra un enemigo incorpóreo y omnipresente. En estos momentos, la mayor protección que el gobierno de Hollande les puede proporcionar a sus conciudadanos, no es mediante el uso de  las armas sino brindándoles ese sentimiento de cohesión que les permita sentirse una verdadera y única “Nación Francesa” no importando el credo, sexo raza que se tenga. Así y sólo de esa manera, es como se logrará disipar el miedo y asestarle un buen golpe al temido extremismo.

Tristemente, lo que aconteció en Francia hoy 13 de noviembre de 2015, ocurre a diferentes escalas,  diariamente en distintas partes del mundo también.  Estos lamentables acontecimientos tienen una palabra que los define a la perfección y ésta es barbarie. Está en todos nosotros con un poco de esfuerzo combatir y tratar de revertir las consecuencias de nuestra propia historia para evitar, como es de todos sabido, que esta se repita.