• Las leyendas wirrárikas (huicholas) dicen que fue este animal quien le dio el fuego al hombre tal como Prometeo se lo robó a los dioses griegos.

Ciudad de México. 23 de septiembre de 2018 (Notimex).- Sigiloso explorador nocturno que por miles de años ha recorrido territorio americano, el mítico Prometeo de México, el Tlacuache, persevera resiliente ante el paso del tiempo muy a pesar de eras glaciares, calentamientos globales e incluso el hombre.

En efecto, este peculiar marsupial, único existente en el continente, prevalece muy a pesar de que el crecimiento urbano invade su territorio cometiendo el error de confundirlo con una rata o cualquier otro roedor.

Es por ello que hoy dos de las nueve especies existentes se encuentren protegidas bajo la NOM-059-SEMARNAT-2010, especies en riesgo, aunque no por ello quiere decir que se encuentre en peligro de extinción, como ha comenzado a circular en algunas redes sociales.

Lo cierto es que este peculiar animal ha formado desde siempre parte del acervo místico cultural de México, siendo la cultura huichol donde se le guarda especial respecto al ser considerado el responsable de haber traído el fuego al hombre.

El especialista en Especies Prioritarias para la Conservación de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), Rafael Silvio Ramírez, explicó que una leyenda famosa de los huicholes habla del tlacuache como el “Prometeo” de su cultura.

De acuerdo con dicha narrativa, fue quien acercó el fuego a los hombres, luego de que se cayera un rayo o una piedra en llamas, tras lo cual, un grupo enemigo de los huicholes se apropió del fuego, impidiendo que el hombre pudiera aprovecharlo.

Ante ello, el tlacuache buscó la manera de acercarse a quienes cuidaban el fuego y usando sus estrategias para hacerse el muerto o permanecer inmóvil por mucho tiempo logró acercarse y robar con su cola el fuego, luego de lo cual huyó hasta llevar al hombre la preciada lumbre que alumbraría sus hogares.

Independientemente de las variaciones que existen en esta leyenda en las diferentes culturas mesoamericanas, lo cierto es que todos coinciden que esa es la razón por la cual el tlacuache perdió el pelaje de su cola, permaneciendo así hasta nuestros tiempos.

Esa es la razón por la cual incluso hoy en día, la cultura huichol guarda con cariño el culto al tlacuache, al contar incluso con ornamentos de este animal al considerarlo símbolo de la sabiduría, aunque también astuto ladrón, pues entre sus hábitos está el de llevarse las cosas que le gustan.

En entrevista con Notimex, Silvio Ramírez explicó que de las nueve especies que existen en el país, la denominada tlacuache de agua (Chironectes minimus) y el tlacuache de cuatro ojos (Metachirus nudicaudatus) son las que se encuentran enlistadas bajo un riesgo en la NOM-059.

Sin embargo, la especie que conocemos en la Ciudad de México, el tlacuache norteño (Didelphis virginiana), resulta ser la más común en el país y parte de Estados Unidos, aunque su escasa presencia en la Ciudad de México ha llevado a pensar que su especie se encuentra en peligro a nivel local.

No obstante, para quien es curioso y se ha dado la oportunidad de explorar, es posible toparse con la oportunidad de encontrar un tlacuache a la vuelta del jardín, en el parque o en alguna reserva cercana a las Áreas Naturales Protegidas o reservas de la ciudad de México.

Silvio Ramírez aseguró que en la Ciudad de México es posible encontrar tlacuaches silvestres en la reserva de Ciudad Universitaria, donde hay poca intervención humana, aunque también es posible encontrarlo en zonas del Pedregal, de San Ángel, el Bosque de Tlalpan y muchas zonas del sur de la Ciudad.

Uno de los tres mamíferos menos comunes del mundo

Una de las peculiaridades del tlacuache es que se encuentra el hecho de que se trata de una de las tres especies de mamíferos que existen en el mundo, según nos explica la coordinadora de Especies Prioritarias de la Conabio, Esther Quintero.

Entrevistada en las instalaciones de la Conabio, la especialista nos revela que cuando se habla de mamíferos, uno inmediatamente relaciona a los que nacen y son amamantados por sus progenitoras, pero dejamos de lado a las tres variedades que existen.

La especie más común o abundante es la de mamíferos vivíparos placentarios, que son los que nacen tras desarrollarse plenamente en la matriz para luego ser amamantados por su mamá, como los lobos, los elefantes, lobos, vacas e incluso el hombre.

Sin embargo, también existen especies poco comunes como los ovíparos, que nacen de huevo y luego son amamantados, como los ornitorrincos en Australia, y los marsupiales, que nacen al poco tiempo de ser gestados y luego se desplazan a la marsupia o bolsa de su mamá, donde se prenden de una tetilla hasta terminar de crecer.

Es en esta clase en la que ingresa el Tlacuache, el cual resulta ser el único marsupial de América y que, a dos semanas de haber sido gestado, nacen para desplazarse a la bolsa para permanecer amamantando dos meses más hasta que se terminan de desarrollar.

Esther Quintero explicó que contrario a lo que uno pudiera pensar, los marsupiales fueron hasta hace unos miles de años los mamíferos más comunes en el hemisferio sur del planeta, sin embargo, con el cambio de las placas tectónicas, estos fueron quedando aislados y desapareciendo o evolucionando hasta nuestros tiempos.

La especialista de Conabio agregó que el principal problema que enfrentan hoy en día los tlacuaches, al igual que muchas especies del mundo, es su choque con el crecimiento de las manchar urbanas y la extensión del dominio del hombre sobre áreas naturales.

Pero a ello se suma el error en que incurren muchos, al confundir a este peculiar mamífero con una rata o un roedor, cuando en realidad se trata de uno de los mamíferos más nobles e inocuos de la naturaleza, ya que no son peligrosos ni agresivos.

De hecho, el tlacuache es un marsupial muy sano de manera que es difícil que se conviertan en portadores de la rabia, ya que su temperatura es más baja que la de una rata, lo que hace imposible que se desarrolle el virus de la rabia con en roedores, murciélagos y otros mamíferos.

Por otra parte, resultan ser una especie fundamental en muchas de las cadenas alimenticias de la naturaleza, ya que al ser omnívoros comen muchos insectos que incluso suelen ser nocivos para el hombre, aunque también forman parte de la cadena alimenticia de depredadores importantes del país.

Aún así, debido a su tamaño y morfología, similar al de una rata y a sus hábitos nocturnos, es muy común que se les confunda con estos roedores, por lo que mucha gente termina por cazarlos por miedo y desconocimiento.

Quintero aclaró que, pese a que se trata de un animal muy noble y por lo mismo inocuo, al igual que muchas otras especies silvestres, su lugar ideal es el estado silvestre, por lo que no es recomendable domesticarlos como erróneamente hacen muchas personas que se sienten “animalistas” o buscan protegerlos.

“En realidad el tlacuache debe permanecer en su estado silvestre, ya que de otra manera no puede cumplir con su papel en la cadena alimenticia de los diversos ecosistemas donde vive”, agregó.

Además, por tratarse de un animal inteligente y perspicaz, lo más probable es que termine por causar problemas a la familia a la que se le ocurra refugiarlo, ya que su instinto los lleva a hacer nidos en los rincones menos esperados a donde lleva todo lo que roba para comer.

No por nada, el nombre de tlacuache deriva del náhuatl “tla-cua”, que es el verbo para definir “comer algo”, y en conjunto se puede definir como “el pequeño gloton” o “comelón”.

Es así que el mejor lugar para este “pequeño bribón”, que puede alcanzar hasta los 50 centímetros, tratándose del tlacuache norteño, es la naturaleza, aunque su astucia y capacidad de adaptación lo han llevado incluso a vivir en las ciudades en donde hoy viven y comparten con el hombre el territorio que por mucho tiempo han considerado su hogar.