Humanas, por Circe López Riofrío

LA VIOLENCIA INSTITUCIONAL A TRAVÉS DE LA OBEDIENCIA

Un sinfín de historias de violencia institucional y patriarcal deben ser la conclusión o el inicio de diversas narraciones que han dejado a miles de mujeres con excelentes proyectos, propuestas, ideas, mejoramientos, inventos, entre muchas otras contribuciones sin poder ver la luz o cuando menos inconclusas, únicamente por que hay al frente un hombre que tiene que gritar que él manda porque no se le está faltando al respeto, ni tampoco desafiando, mucho menos quitándole el puesto, aunque debería ser muchas veces una mujer quien ocupe su lugar porque ella o ellas son más inteligentes, destacadas, líderes, decisivas, competitivas y casi siempre comprometidas en las administraciones municipales.

Hace unos días viví nuevamente esa experiencia de la violencia institucional después de hace muchos años de tener la fortuna de ser libre y autónoma, y bendecida al encontrar hombres solidarios, sensibles, comprometidos, aliados, amigos, amorosos y que confían por méritos propios en mi desempeño, capacidades y defectos, y respetan mi obstinación y mi forma de ser feminista para hacer las cosas en las que muchas veces se piensa que no se puede. Pese a que esta vez soy solo una prestadora de servicios resulta que me enfrento a la impotencia que genera la misoginia, la descalificación y el poder más imposible que una mujer puede enfrentar la coacción “institucional de la obediencia”, además del ejercicio transparente de los recursos sin tintes partidistas aunado a la ignorancia de no entender de qué se trata cuando se tienen que responsabilizar como autoridades de lo que implica y significa la prevención de la violencia contra las mujeres.

Me queda claro que son los municipios las verdaderas trincheras en donde hay diversas disputas de poder y que son los recursos públicos los que están en juego y en donde menos se rinden cuentas, mucho menos se hacen ejercicios públicos ciudadanos de transparencia sobre los mismos, y de manera frecuente hay una inercia a solo beneficiar a las personas afines a sus intereses partidistas lo cual desmerece la transformación de políticas públicas acordes a las armonizaciones jurídicas particularmente en materia de derechos humanos de las mujeres, así como en la obligatoriedad de la transversalización de la perspectiva de género.

Años luz están los municipios del cumplimiento de la Alerta de Violencia de Género y sus nueve observaciones, no hay una estrategia que permita ver como se operan y evalúan los procedimientos de acceso a la justicia de las mujeres, permanece la idea obsesiva e irresponsable de que la violencia contra  las mujeres es un asunto del Gobierno del Estado y la Federación únicamente, la realidad es que no, su omisión es ofensiva y no solo lesiona los derechos humanos de las mujeres sino que impide que la vida de las mujeres pueda ser mejor de la que viven ahora.

Enfrentar los rezagos no solo de la agudización de la pobreza sino de la falta de atención adecuada y digna para las mujeres me confirma que es una lucha cuesta arriba y desgastante, de larga duración y constante, sin embargo no deja de enriquecer por los aprendizajes y las experiencias gratas con sus sinsabores y alegrías. Pero la pregunta sigue presente después de valorar las fuerzas pero principalmente las capacidades y los riesgos, ¿se podrá hacer algo contra el decreto del aquí mando yo, porque soy el jefe?!!!

A quién pueden acudir las mujeres que están inmersas en esos sistemas de violencia institucional a las cuales les llaman la atención por hacer su trabajo, por acercarse a conocer propuestas de prevención diseñadas propiamente desde lo local para atender la violencia que está matando a las mujeres, a quién pueden acudir las mujeres que reconocen estar en riesgo de ser asesinadas si las oficinas no cuentan con el personal profesional que se requiere y tampoco pueden hacer mucho las instituciones creadas exprofeso para la atención a víctimas sin mobiliario sin personal capacitado en derechos humanos, la atención a las mujeres sigue siendo tipo ministerios públicos, en donde literalmente “azorrillan” a las mujeres como unas de ellas me dijeron, las tratan como taradas, como mentirosas, como si supieran de antemano que papeles que deben llevar para poder una denuncia o queja, las siguen descalificando diciéndoles que deben llevar “testigos” para que den fe de la violencia de la que son objeto, cuando el personal médico le receta a las mujeres que han sido golpeadas brutalmente con antidepresivos, ácido acetilsalicílico y vitamina B12 para poder reponerse de los golpes que le dio el agresor en la cabeza al azotarla contra el piso, porque también es lo único que tienen para atender en los servicios de salud.

Desde una posición crítica y responsable considero que bajo esta consigna no es posible seguir trabajando, porque no hay siquiera una leve apertura para generar una meta clara y común, porque se le apuesta al desgaste a la inacción y la imposición de asignar a las mujeres que deben beneficiarse y las formas de trabajo que deben de seguirse, descalificando no sólo nuestra experiencia como profesionales sino como mujeres, anulando toda posibilidad de anteponer el dialogo y el respeto, porque de entrada la consiga es aquí mando yo, yo solo el jefe. Es decir, no hay HUMANIDAD y si violencia institucional.

Y aprovecho el espacio para decirle al Procurador General de Justicia del Estado que la atención que dan los y las Ministerios Públicos sigue siendo profundamente misógina y violenta, y que es necesario que sancione e inhabilite al personal que impide que las mujeres accedan a la justicia a través de mecanismos de denuncia ciudadana y vigilantes de derechos humanos en cada espacio de las Subprocuradurías para empezar, y que se tome muy muy en serio que para eso fue solicitada la AVG para Michoacán y que no es personal sino un derecho que nos debe esta institución.