ROMAYNE WHEELER, EL APOSTOL MUSICAL DE LOS RARÁMURIS

El sonido de su piano ilumina el recinto que sólo es alumbrado por unas pequeñas veladoras siguiendo su petición. Las notas de “Recuerdos de la Alhambra” endulzan el ambiente. Viste a la usanza rarámuri, es uno de ellos, sólo que es alto, blanco, de ojos claros. Se hace llamar “El Pianista de la Sierra Rarámuri”, Romayne Wheeler es ya un sobrenombre.
El amor a Dios a través de la música, las personas y la naturaleza.

“Si amas la música, amas a Dios. Los rezos allá (en la Tarahumara) no son con palabras sino con música” dice con voz atiplada el artista. Ver su figura, escuchar su hablar, presenciar sus conciertos, su sola presencia transmite paz. Es una esperanza viva de que aún se puede tener fe en la humanidad y en la bondad de nuestra especie, pues lo recaudado en sus recitales se dedica íntegramente a para becas, alimentación y salud de los Tarahumaras.

“La relación entre las personas es lo más valioso de todo, las cosas están ahí para ser usadas sólo como un préstamo, pero no son la dicha en sí. Nuestra civilización ha aprendido muchísimas cosas, tanto que olvidamos lo esencial. Se entierran los valores primordiales de la vida, por cosas superficiales. Nos falta regresar a nuestras raíces y entender que nuestra relación con la madre tierra es esencial y eso lo hemos olvidado por tanto maltrato que se le ha hecho.” Afirma el pianista y musicólogo con la firmeza de quien habla respaldado de la congruencia.

Como introducción para cada una de sus piezas Romayne Wheeler comparte su poesía con el público y expresa en palabras lo que siente:

“La Música me eleva a una planicie lejana, desprendida de lo terrenal, donde no existen las fronteras, donde la música es la lengua materna, la religión es amar al prójimo como parte de ti mismo y la música fluyendo en mis venas, es el amor imparcial. Cada persona es una estrella iluminando otras vidas, no hay separación pulsamos en los latidos del corazón de nuestro creador.”

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Viajero Frecuente

Este “Gringo Viejo” de 71 años es un habitante del mundo, hijo de una familia de funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) conoció México en su adolescencia, estuvo en República Dominicana, vivió 32 años en Austria, pero su casa “el Nido del Águila”, su hogar desde 1992, está a la orilla de un acantilado en el ejido de Munérachi, junto a sus hermanos rarámuris.

Músico de cuerpo y alma aprendió a tocar el piano desde niño: “Todo comenzó con una baraja de notas, había que identificarlas y entonces aprendí a localizar las notas antes de aprender las letras”. En inglés se dice play de piano y así fue, un juego que ha durado toda una vida y ha llevado a Wheeler a recorrer 49 países alrededor del planeta, desde el Himalaya hasta los Andes, de los Alpes a la Sierra Tarahumara.

Una nevada fue la “culpable” de llevar a Romayne con los rarámuris. “Fue en el año 80, había estado en los años 70´s estudiando la música de los Hopis, de los Návajos cerca del Gran Cañón pero en ese año nevó tanto que no podía llegar ni cerca. Me quedé atorado cerca de Albuquerque, Nuevo México. Estaba viendo una revista de National Geographic con bellas fotos de la Tarahumara” Ahí fue donde comenzó la aventura que ahora lo tiene literalmente con un piano al borde del abismo.

“En la Tarahumara se juntan todos los paisajes de mi vida el mar no está lejos, tenemos los campos glaciales, en el verano cuando llueve mucho tenemos un río de nubes que se extiende por cientos de kilómetros, toda la variación en la ecología, en la vegetación. Pero lo que le da el pulso a todo, es el Rarámuri que ha llegado a ser como mi familia extendida.”

La música se hace para compartir, no para poner en la nevera

Pintor, músico y poeta, algunos le dirían loco por dejar las comodidades que le daba su trabajo como concertista e investigador musical. “Cuando vine con ellos, fue como regresar a casa, fue como llegar a la creación, donde lo más importante no es lo que tienes sino lo que eres, cuando compartes con los demás. Cada cosa viviente tiene su pulso, su propia música.” Afirma Wheeler quien esboza una sonrisa y hace una pausa en su lento pero claro hablar.

“En la Tarahumara la música también es curación, se usa para curar la tierra, se usa también hasta para los animales y hay cierta música para cada ocasión. La relación con la música, con nuestro creador y el prójimo, es lo que le da equilibrio, le da armonía a nuestras vidas, y en ese flujo es donde me sentí más en casa.” Afirma el Pianista de la Sierra.

“No es que uno niegue el confort y las ventajas modernas, sino que uno los use con mucho cuidado para que uno no se vuelva una posesión de ellos, y como un instrumentos positivo.  Estamos muy lejos de Creel, tardamos mucho en llegar allá y todo en doble tracción. Depende de si está lodoso el camino pero es entre 5 y 7 horas.” Afirma Romayne quien tiene internet satelital como herramienta para la organización de los conciertos que año con año ofrece en México, Estados Unidos y Europa.

“Cuando salgo, siento que tengo que llevar un manto protector para la música que estoy tocando, para no contaminarme con tanta cosa que va en contra de la vida.” Los rarámuris no dicen “esto es bueno o malo”, sino “esto sirve a la vida y esto no sirve a la vida”. Estamos invadidos de tanto que no sirve y pues viviendo en la Tarahumara almacenas dentro de ti las cosas que sirven a la vida y ayudan a resistir todo lo dañino.

Ser parte de los Rarámuris.

“Cuando estoy en la Tarahumara soy como un pescado en el río nadando junto con los otros pescados, no puedes salir de ahí, tienes que ser parte del tejido para realmente entender.” Puntualiza Wheeler quien reflexiona: “Siempre he querido ser como un pino sembrado ahí en el paisaje, antes era como una planta que se llevaban en su vasija de barro de un lugar para otro”.

“Los antropólogos vienen a corto plazo y se interesan en todo y hacen muchas preguntas que en la Tarahumara sólo los amigos, después de mucha amistad se hacen. Entonces es mucho más importante entrar con cariño y amor, y sentir que eres parte del tejido, en vez de nada más interesarte teóricamente por las cosas. Hay que sentir las cosas por dentro.”

El paraíso por dentro o el arte de ayudar

“Muchas veces después de un concierto me dicen: ¿Cómo llego allá? Como si fuera un viaje al paraíso. Primero tienes que traer el paraíso por dentro de ti mismo para poder complementarlo con lo de afuera. Siempre les digo: Ustedes pueden apadrinar a algún niño ahí. Ustedes pueden hacer una contribución, que aporten algo a la comunidad. Tenemos un kínder, una primaria, el centro médico. Si quieren involucrarse pues bienvenidos.”

Por 20 años tres cuartas partes de los ingresos de Romayne Wheeler se dedicaron a la  Clínica Santa Teresita o Gawí Tibusa un proyecto que dirigió el sacerdote jesuita Luis Verplancken y que donde grupos como los mormones y los menonitas aportan, sin esperar convertir a ningún feligrés. Hoy la meta es que la música mueva los corazones. 

“Después de lo que se ha hecho en la atención médica, en la prevención para evitar la mortalidad infantil, ahora queremos ofrecer la oportunidad para que los rarámuris tengan becas a través de la música. Sería ideal que cada niño de nuestra escuela tuviera un padrino que aporte un donativo de 100 pesos como mínimo al mes para que tenga una cobija, útiles escolares, manta y popelina para su ropa tradicional, sus huaraches.”

Esta obra, ya ha trascendido fronteras, pues el gobierno de Austria ofreció el pago para el maestro de la escuela del ejido de Munérachi. Romayne está ofreciendo sus primeros conciertos acompañado de Romeyno Gutiérrez Luna, su ahijado y el primer pianista y compositor Rarámuri. En la primavera del 2014 estarán en siete países de Europa por primera vez. 

La sierra Tarahumara tiene cinco barrancos, cuatro de ellos más profundos que el Gran Cañón del Colorado, pero ninguno de ellos tan hondo como para cubrir la enorme bondad y la maravilla de labor que hacen Romayne Wheeler por su gente, por los rarámuris, en algo que es un auténtico apostolado musical digno de ponerse a la par de gente como fray Junípero Serra o el Padre Kino.

Para donativos o apadrinamiento: 

“Fundación Romayne Wheeler el pianista de la Sierra Rarámuri A.C.

CUENTA: 00106014402  SCOTIABANK Sucursal 008

CLABE: 044180001060144027

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