• Cuando llueve menos de 210 milímetros, la producción de forraje disminuye drásticamente.

Ensenada, Baja California. 5 de octubre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- La producción de ganado, al igual que todas las actividades económicas que se desarrollan en Baja California, se ven influidas por condiciones climatológicas donde las sequías son recurrentes.

La situación obliga a los productores ganaderos a implementar estrategias que mitiguen el impacto en los animales, que tiene como consecuencia pérdidas económicas, a la par que especialistas en el tema buscan desarrollar herramientas que faciliten esta tarea.

Este año, la Unión Ganadera Regional de Baja California (UGRBC) reportó las consecuencias de las bajas precipitaciones registradas en la temporada de lluvias 2017-2018, lo que disminuyó el forraje natural de los agostaderos, alimento principal del ganado.

La UGRBC está constituida por 22 asociaciones integradas por cuatro mil ganaderos. De las 22 asociaciones, dos son del municipio de Mexicali, una de Tecate, tres de Tijuana y el resto del municipio de Ensenada, donde se concentra la mayor superficie de agostaderos.

Los productores asociados a la UGRBC tienen en conjunto un inventario de ganado bovino de aproximadamente 197 mil cabezas, de las cuales alrededor de 40 mil son de ganado dedicado a la producción de leche y el resto se destina a la producción cárnica; en menor escala, cuentan con caprinos, porcinos y colmenas.

Gustavo Rodríguez Cabrales, presidente de la UGRBC, reconoció que por ser Baja California un estado semidesértico, las sequías son un tema recurrente en mesas de trabajo donde se analizan las problemáticas que aquejan al sector.

“En estos últimos cuatro, cinco años, teníamos un comportamiento de precipitaciones, no como quisiéramos, pero era algo muy apegado a lo que normalmente llueve en Baja California y eso nos había permitido mantener nuestros hatos ganaderos y tener una presencia de forrajes en los agostaderos e íbamos saliendo con esta situación”.

Fue a partir del último ciclo otoño-invierno, que los productores comenzaron a detectar un descenso del promedio de precipitaciones, que oscila entre 200 y 250 milímetros, a un rango de 50 a 75 milímetros, un escenario al que —aseguran— no se habían enfrentado en décadas.

De acuerdo con los ganaderos, la falta de lluvias se conjugó con vientos intensos que disminuyeron aún más la humedad del suelo, necesaria para el crecimiento de forraje, y el pasto se secó incluso antes de haberse desarrollado al mínimo.

“Entonces no hubo manera de tener forraje para pastorear el ganado y en el caso de las siembras de temporal, avenas, trigos, tampoco se desarrollaron, no hubo la condición de forraje que necesitamos para salir adelante con todo el ciclo”.

Sequía acaba con el alimento

En el año 2000 y con la colaboración de investigadores del sector académico, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) elaboró la guía titulada Manejo del ganado bajo condiciones de sequía en los agostaderos de Baja California.

El documento señala que cuando se presentan en la región precipitaciones menores a los 210 milímetros, la producción de forraje disminuye drásticamente y reduce la disponibilidad de alimento para el ganado.

“En la ausencia de suficientes nutrientes, particularmente energía, las vacas pierden considerable peso y condición corporal. Esto provoca disminución en la producción de leche, bajos índices de concepción en el ganado, bajos pesos al nacimiento y al destete de las crías, y vacas no preñadas. Los animales son más susceptibles a enfermedades, llegándose a provocar altos porcentajes de mortalidad en los hatos”.

Todas estas consecuencias de la sequía, este año fueron experimentadas por los productores ganaderos de Baja California, quienes se vieron obligados a adquirir suplementos alimenticios para salvar la producción que tenían.

“Hicimos venta de vacas viejas, son a las que primero afecta la condición de sequía, nos quedamos con vaquillas, algunos becerros y conforme fue aumentando el problema de la sequía fueron siendo vendidas para poder salvar el hato”, relató Gustavo Rodríguez.

Aunque en el verano se registraron precipitaciones en algunas zonas desérticas, serranas y en valles altos del estado, en la zona costera la sequía persistió y los productores dependen de la próxima temporada de lluvias para aliviar su situación.

El presidente de la UGRBC calculó que cada animal consume en forraje tres por ciento de su peso, es decir, entre 13 y 18 kilos por día, alimento que tienen que suplementar para evitar que la mortandad se incremente.

“Son pérdidas económicas fuertes porque es el patrimonio de muchas familias ganaderas que no tienen otra actividad. El que tengas que vender tus becerros a un peso muy bajo, te va a mermar en tus ingresos de manera considerable”.

Planear, factor clave

Para Juan Antonio Chávez Durón, investigador del programa de forrajes y nutrición del campo experimental del INIFAP, las estrategias del sector ganadero para enfrentar los periodos de sequía deben regirse por la anticipación y planeación.

No obstante, reconoció que esta tarea se convierte en un reto cuando las condiciones climáticas cambian constantemente y los pronósticos no son certeros.

En una estrategia de planeación, el aspecto más importante a cuidar es la carga animal, es decir, se debe calcular la cantidad de animales que puede soportar el agostadero para que se mantenga con buen estado y vigor.

“En primera instancia, anticiparse, ver la cantidad de forraje disponible para que pueda ser pastoreado por las vacas, el vigor de las plantas y, por último, tener presente que para cuando se presenten estos casos de sequía tengan una parte de su hato de ganado disponible para una salida fácil”, expuso el investigador del INIFAP.

Una vez que la sequía afectó las plantas y, en consecuencia, los animales, entonces los ganaderos registran un descenso en sus niveles de producción, por lo que el productor percibe cómo su ganado empieza a adelgazar, no entra en celo y busca venderlo lo más pronto posible.

¿Cuántos animales en un agostadero?

Juan Antonio Chávez advierte que las ventas que los productores hacen tras enfrentarse a las consecuencias de la sequía, deben hacerse desde el inicio para no castigar el agostadero, el ganado y lograr obtener ingresos, pero para ello requiere de una planeación.

“Quizá ahorita se le esté dando más importancia al ajuste de carga animal, es decir, determinar la cantidad de forraje para el ganado y con base en eso decir cuántos animales pueda tener en su rancho ganadero”.

Para determinar la cantidad de animales que soporta un agostadero, se debe realizar un estudio en el sitio por medio de muestreos de campo que se seleccionan de forma aleatoria, se determina la producción de forraje y se dispone solo de un porcentaje para el ganado, usualmente de 50 por ciento; el resto se deja para que la planta se recupere.

Otra de las metodologías para obtener la cantidad de forraje de la que dispone el productor en su agostadero, son imágenes satelitales que se pueden consultar de forma gratuita y que permite a los productores tomar decisiones.

“La sequía se presenta en forma temporal pero también espacial, puede haber lugares donde haya más producción de forraje dentro de un mismo rancho y esas imágenes de satélite nos ayudan a conocer esos sitios”, comentó el investigador.

En las imágenes, los diferentes tonos de verde indican el índice de vegetación y los colores amarillos y rojos se interpretan como una menor producción de forraje.

Juan Antonio Chávez Durón precisó que la utilización de esta herramienta demanda contar con personal que tenga conocimiento sobre sistemas georreferenciados; sin embargo, es de gran utilidad para que los productores tomen decisiones, conozcan las condiciones de su agostadero y su capacidad de carga, así como implementar estrategias adicionales ante la sequía.