Humanas, por Circe López Riofrío

Cuando me preguntan si hay ciudadanos de primera y de segunda, les digo que sí, con mucha indignación es así, un México con muchos contrastes y con muchas desigualdades, un país en donde la incitación al odio y la discriminación no es sancionado, porque en este país se confunde la tolerancia con la impunidad, y también la crítica con la coacción a la libertad de expresión.

Este momento de balances y embates, tenemos un país más confrontado, un país diametralmente enemistado, en dos bandos, buenos y malos, tolerantes e intolerantes, muy ricos y muy pobres, unos con sed de justicia y otros haciendo de la justicia una simulación, impunidad y persecución, y así la interminable lista y es que no es cuestión de enfoques ni tampoco de una visión optimista, lo que se vive es verdaderamente un caos, en donde no hay esperanza alguna de que esto vaya a cambiar en el mediano plazo.

Los sentimientos que esto genera son de suma preocupación, estamos en una alerta nacional, una demanda de seguridad nacional, ahora más que nunca se tienen muchos frentes abiertos, quien no quiera ver este país se ha convertido en una guerra civil, ideológica, militar, territorial, criminal, de recursos naturales y por supuesto en estas guerras en medio, ahí en medio de este caos, los cuerpos de las mujeres, asesinados, mutilados, violentados sexualmente, embarazadas en su niñez y adolescencia, muertas por ser madres o por abortar, desparecidas, y principalmente odiadas por ejercer sus derechos.

Vivimos una etapa en donde pareciera que en la medida en que avanzan los Derechos Humanos, se firman convenios, se hacen leyes, se hacen instituciones, las reacciones son brutales, hay mayor impunidad y corrupción, avanzar en la transformación cultural y la pacificación de este México, pareciera que es más complejo y que puede conllevar a la muerte.

Que tan importante son los Derechos Humanos, especialmente de las mujeres, que de la mano del feminismo ha sido posible ir avanzando, y es que solo con la paz es que este movimiento ha podido hacer una revolución, una revolución profundamente humana, una revolución que no ha utilizado una sola bala para imponerse, el feminismo no ha matado a nadie para abordar las desigualdades y reconocer las diferencias y diversidades y las implicaciones que tiene esto en la vida de las personas, todas, en los hombres y las mujeres.

Las luchas por los Derechos Humanos ha conllevado que diversos grupos sean reconocidos entre ellos el movimiento Lésbico, Gay, Travesti, Transexual, Transgénero, Bisexual, Intersexual, entre otros y que puedan ser visibles, y tener leyes que les reconozcan, y fortalezcan su estatus de ciudadanía, y es que al igual que el movimiento feminista la exigencia es, ni un derecho menos, todos los derechos para todas y todos, y así debe ser, cuál sería el motivo por el cuál no tendría que ser así…

Desde hace 100 años, en México, en Mérida para ser precisa, una de las demandas del movimiento feminista y amplio de las mujeres, ha sido la indispensable y necesaria EDUCACIÓN SEXUAL, una educación que vaya desmontando las ideas falsas, las confusiones, los mitos, los tabúes, los miedos, la homofobia, la intolerancia.

Y es que hoy en día se han hecho un llamado a la impunidad y la agresión, a la justificación de los delitos principalmente al asesinato, al dejar morir, al castigo, al pseudo ejercicio de la justicia por mano propia, al pecado y al odio, y es que con este deshonesto movimiento se busca acallar la pederastia y consolidar la más vergonzosa hipocresía. No veo en ello ese ideal decálogo amoroso de la proximidad y la tolerancia, del no mataras, de la honra, de la posibilidad de ser mejor ser humano.

El ejercicio del maternaje y de la paternidad, merecen una oportunidad y no ser exclusiva de quienes gozan de recursos económicos para hacerlo, si bien no podemos generalizar ni mentir públicamente sobre el actuar doloso de las personas, implica reconocer que las familias compuestas y diversas, en donde el amor es el centro del hogar, en donde puede haber niños y niñas felices, protegidos, formados y guiados responsablemente. El respeto y el reconocimiento no puede estar centrado en quienes cuentan con los recursos sociales y económicos para ello como son Ricky Martín y Juan Gabriel, ellos formaron sus familias con profundo amor, han formado seres humanos sensibles y tal vez también haya momentos como en cualquier familia en que las cosas no marchen bien no porque sean homosexuales sino porque la condición humana es débil, frágil e influenciable.

Negar los Derechos Humanos es negar nuestro reconocimiento humano y divino, es negar la posibilidad de tener paz, de acabar con esta corrupción e impunidad que la guerra que vivimos nos ha dejado y con ello la profunda pobreza y mezcla de resentimientos que justifican el despojo y el odio. El asunto es pues, preguntarse qué defiendo el odio o la paz.