PERRHIJO O PERRHIJASTRO: EL DILEMA

DEVENIRES COTIDIANOS, por Susana Ruvalcaba

No es lo mismo ser soltera hoy que hace diez años. Antes de los 30 una es más selectiva y decide que no quiere salir con hombres bajos de estatura o con divorciados o con aquellos que tengan hijos. Pero las cosas van cambiando y de pronto una termina ahí de novia con un chaparrito, un divorciado o el padre de uno, dos o tres chamacos.

Ser la novia de un hombre con hijos no es tarea fácil. Una tiene que entender que, por cuestiones meramente instintivas, los hijos –especialmente los menores- serán la prioridad del sujeto de nuestro amor. Habrá que hacer concesiones: compartir el tiempo de la agenda con el retoño, sumarse a los cuidados del mismo, hacer la labor por caerle bien y procurar verle siempre el lado amable.

Sin embargo, en los tiempos actuales, tanto hombres como mujeres la tendencia a tener perrhijos -o gathijos– ha ido en aumento. Según cifras oficiales, en México hay más de 18 millones de perros aunque solo 5.4 millones de ellos tienen un hogar. Lo interesante es que el número de animales domésticos es mayo a la cantidad de niños menores de nueve años o a la de ancianos en el país, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Dadas estas cifras, la probabilidad de que, al salir a la escena romántica,  uno se encuentre con algún amante de los cuadrúpedos que tenga uno –o más de uno- como su roommie e inseparable amigo de aventuras, es considerable.

En este entendido, si te vuelves la novia del galán, entras en este proceso de ser la madrastra de sus perrhijos.

Pareciera más sencillo convivir con un cuadrúpedo que con un vástago humano. Pero no se dejen engañar. Los animalitos son seres territoriales, a los que –como a los humanos- hay que ir conociendo a través de la convivencia hasta ganar su confianza o de menos su aceptación. El problema es que, como no hablan, no van a decirte nunca cuáles son tus áreas de oportunidad para mejorar la convivencia.

De entrada, el perrhijo llegó primero que tú. Así que estarás adentrándote en su territorio y tendrás que ir incorporándote a su rutina. Son más celosos que las suegras y están más alertas que tu hermanito menor haciendo de chaperón, así que no te sorprenda que darle un beso a su dueño implique un episodio de ladridos.  Además tendrás que tener cuidado de no elegir el lugar del sofá en el que se tira a ver la televisión con tu galán y encontrar tu propio espacio.

¿Tu ahora novio tiene la costumbre de dejar que su perrhijo duerma en la cama con él? Pues ve buscando una cama más grande donde quepan los tres y habituándote a la respiración de esa bolita de pelos animada, porque seguro no te cederá su espacio. ¿Acostumbras despertar tarde los fines de semana? Pues va siendo hora de que te hagas el ánimo a abandonar las tierras de Morfeo festivos y días de descanso gracias a las puntuales y madrugadoras costumbres digestivas de tu perrhijo adoptivo.

¿Necesitas levantarte a mitad de la noche? Buena suerte encontrando tus zapatos al pie de la cama donde los dejaste al irte a dormir, pues seguramente serán parte de los juguetes favoritos que la mascota gusta de esconder cada que te descuidas. ¿Acostumbras hacer planes de viaje de último momento? Antes de darle la noticia al novio asegúrate de que habrá alguien que se haga cargo del perrhijo mientras están fuera o de encontrar un sitio petfriendly donde todos puedan seguir conviviendo.

Pero si sobrevives al proceso de adaptación y aprobación, hay buenas noticias pues diversos estudios demuestran que las personas con mascota son más empáticas, más responsables y se involucran más en sus relaciones de pareja, proyectos sociales y su comunidad.

Así que la próxima vez que salgas a buscar el amor, puede que encuentres una promoción 2 x 1 y te ganes una pequeña familia.