EL ODIO COMO EXPRESIÓN SOCIAL DE LA INTOLERANCIA

HUMANAS, por Circe López Riofrío

Para mi amigo Omar y mis entrañables amigas lesbianas,

 a quien quiero, reconozco y aprecio.

En México, como en Michoacán, existe una resistencia a reconocer que somos un país en donde el racismo opera con crueldad y va de la mano con la ignorancia por desconocimiento y de la intolerancia por decisión.

Actualmente se odia no solo al gobierno sino también a las mujeres, a las lesbianas, a los homosexuales, a las personas transexuales, transgénero y trasvestis, y también se odia el calor, el tráfico, la impuntualidad y un sinfín de cosas, actos y conductas ya sea porque no las realizamos o porque simplemente no las comprendemos, y es que ahí está justamente el punto de quiebre no comprendemos porque muchas veces no queremos pensar porque pensar implica cuestionar,  preguntar, consultar, conocer y saber, pero aun sabiendo también se realizan actos de barbarie.

Probablemente odiamos porque nos desagradamos profundamente al ver y reconocer en el otro o en la otra, que esa diferencia existe y cabe en mí pero no la quiero, no la acepto, no la concibo ni siquiera como una posibilidad entonces la destruyo para no aceptar que vive y es parte de mi condición humana, probablemente sea mucho más complejo que esta simple asociación de ideas pero recordemos que si algo no nos gusta regularmente las personas se deshacen de aquello o de eso que no les gusta o bien lo esconden tan profundamente como para no verlo y acordarse de que existe, la evasión como mecanismo de negación; un profundo narcisismo que raya en el fascismo mismo que podría ponerse a discusión.

Lo que no está a discusión es que todos los días en diversas conversaciones, lecturas, mensajes de radio, televisión, entre otros escuchamos expresiones como “malditos” “indeseables” “antinaturales” “no deberían de existir” “ojala y se mueran”, además de “putos” “perras” y demás ofensas y descargas viscerales, ideológicas, religiosas y dolosas que se emiten con singular desparpajo sin que nadie dirija una palabra para decir: basta de insultos, basta de discriminación, basta de odio, paremos un momento.

Estamos dando cabida no solo al odio sino a una profunda e inaceptable y sistemática insatisfacción, transitamos hacia los fundamentalismos o es que tal vez jamás pensamos reconocerlos en nuestra sociedad y alentarlos, ya que estos se convirtieron en actos radicales de segregación y genocidio lo cual es preocupante por donde quiera que se vea, como diría una gran amiga “así es el sistema, así opera, nos jala, nos regresa a ser parte de esa gran dominación que nos asquea, pero al que nos suman para subordinar o destruir incluso lo que más amamos”.

El fundamentalismo tiene nombre y se llama heteronormatividad herramienta de imposición más beligerante. Le exijo al otro/a lo que yo “creo que deben ser” y me convierto en un ser mezquino y egoísta, desprecio lo que por siglos ha sido una verdad indiscutible las personas son únicas, diversas e incomparables valen por lo que son y por sus expresiones, así como por su gran amor a la humanidad y a la vida, incluso por su valentía y defensa irrefutable de los derechos humanos y civiles que actualmente nos rigen socialmente.

En qué momento el amor se volvió tremendamente doloroso, opresivo y hasta repulsivo, si sentir y aceptar implica reconocer algunas de las virtudes que las personas podemos ejercer y con ello construir una sociedad más tolerante, comprensiva y respetuosa.

Las prácticas de violencia ante las demostraciones de afecto no sólo entre personas del mismo sexo sino también del sexo opuesto han sido castigadas con la cárcel y muchas veces con violencia sexual y ahora también con la privación de la vida. Todavía sigue siendo una práctica recurrente que los policías que ven a las parejas en los autos, en los parques, en los callejones, en las plazas públicas, en los cines, entre otros lugares, los arresten por faltas a la “moral y las buenas costumbres”, a quienes se extorsiona y son llevados a barandilla, pero también les piden tanto a las mujeres y hombres, particularmente a los homosexuales, que el supuesto delito se arregle con una felación o con una relación coital anal forzada, es decir el supuesto delito se soluciona con un verdadero delito de violencia sexual.

Sin embargo, resulta inconcebible que a muchas personas no les ofenda la violencia sexual que si es un delito y que no tiene que ver con el amor sino con el sometimiento, y con una de las expresiones más brutales de la violencia y el odio hacia la vida. Tampoco ofende la explotación sexual de las niñas y las mujeres, como la trata de mujeres, niñas y niños, por el contrario se incentiva la tolerancia hacia la pornografía realizando ferias como la expo sexo y una gran cantidad de revistas que alientan a la violencia sexual y que no contienen información científica y confiable sino por el contrario sustentan y refuerzan mitos y tabúes en materia de sexualidad asociada a “los instintos e incontrolables impulsos sexuales” que muchos no pueden evitar.

Lo que sí es indispensable y necesaria una educación sexual integral aunada a una educación emocional y afectiva, con lo cual se construyan referentes sociales de la diversidad, así como de elementos educativos que ayuden a comprender las expresiones sexuales, preferencias sexuales, amorosas y eróticas, con la finalidad de reconocernos como seres humanos sexuales capaces de relacionarnos de manera respetuosa y diversa.

Recordemos que lo que nos define como seres humanos es justamente la capacidad de amar y poder ser incluyentes y valorar a las personas por lo que son y ejercer nuestros derechos humanos incluyendo los sexuales y reproductivos. Nadie absolutamente nadie puede emprender una cruzada genocida y feminicida que desvalorice a las mujeres y los hombres, heterosexuales y homosexuales, y justificar su muerte aduciendo que es voluntad de un dios.

HUMANAS SIN VIOLENCIA A.C.