NOSCE TE IPSUM: CONÓCETE A TI MISMO

Por: Josman Espinosa Gómez

El relacionarnos con los demás es un proceso de socialización natural en el que estamos inmersos desde que tenemos consciencia. Sin embargo, el conocer a los demás, es algo que conlleva más trabajo y experiencia diaria; es un ejercicio de ensayo y error constante donde aprendemos a conocer al otro, pero pocas veces nos preguntamos ¿qué es lo que sé de mí? ¿Cómo tener la certeza de que lo que decimos ser, es lo que queremos ser y no aquello que nos dijeron que debíamos ser? es decir, ¿cómo sabemos que nos conocemos a nosotros mismos?

El aforismo[1] griego conócete a ti mismo (que en griego clásico es γνῶθι σεαυτόν, transliterado como gnóthi seautón), inscrito en el pronaos[2] del templo de Apolo en Delfos, se le atribuye a varios filósofos griegos de distintas épocas, pero todos coincidían en que refería a ese ideal de comprender la conducta humana, a nivel moral y de pensamiento. Ellos pensaban que comprenderse uno mismo es sinónimo de comprender a los demás y viceversa, por lo tanto, esa es la clave de la felicidad y armonía entre los seres humanos.

La tarea del autoconocimiento es un proceso nunca un producto terminado y es por eso que las constantes interrogantes y reflexiones al respecto de lo que somos y quiénes somos, se convierten en el eje medular de nuestra construcción como personas. Ese universo interior y exterior del que somos parte, es entonces el camino a andar por excelencia. Hoy, a más de 2500 años de acuñada esta frase, la vigencia sigue siendo un faro de luz para todos nosotros en el proceso de convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.

En pleno año 2018, ante la vorágine del mundo en el que vivimos, es muy fácil dejarnos llevar por el impacto mediático del mundo tecnológico, al mismo tiempo, han caído en desuso muchos valores, hemos devaluado el pensamiento crítico a la vez que sobrevaluamos la estética –incluso por sobre la ética-. Como consecuencia de ello hemos perdido la brújula de lo que queremos, por lo tanto, de lo que somos. Y no hemos entendido que ningún oráculo tecnológico puede darnos esas respuestas, porque cuando Sócrates erigió su filosofía sobre este aforismo: “conócete a ti mismo”, lo que hacía a través de la mayéutica[3] era confiar en que la respuesta está en cada uno de nosotros de manera latente y que a lo que deberíamos aspira es a realizarnos de manera plena e individual en este mundo, con la única responsabilidad de ser dueños de nuestro propio destino.

¿Eres capaz de ser dueño de lo más importante de tu vida, que eres tú mismo?

[1] Máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte. (RAE, 2018)

[2] En los templos antiguos, pórtico que había delante del santuario o cela. (RAE, 2018)

[3] Método socrático con que el maestro, mediante preguntas, va haciendo que el discípulo descubra nociones que en él estaban latentes.