Por Rodrigo Diez de Sollano

Matar en “nombre de dios” ha sido una pésima costumbre de la humanidad desde hace muchos siglos. Empezando por el brujo de la tribu que temía perder su poder ante la desobediencia de algunos miembros poco creyentes, a quienes mata en nombre de su dios, continuando con numerosas muertes descritas en la Biblia  como “ordenadas por Jehová”, pasando por las matanzas de cristianos por algunos de los emperadores romanos o las barbaridades cometidas por la Inquisición con los que ponían en duda la autoridad de la Iglesia Católica, siguiendo con las masacres de “hugonotes” (protestantes franceses de origen calvinista) por sus enemigos católicos, hasta llegar al siglo XXI en el que la Yihad Islámica asesina en nombre de Alá a personas en diversos lugares del mundo. Agregando lo sucedido el día de ayer (13 de noviembre de 2015) en varios sitios de la ciudad de París en donde la cuenta de muertos hasta el momento es de 153 y cerca de 250 heridos, aparentemente en represalia por la participación de Francia en los bombardeos contra el Estado Islámico.

José Saramago en su obra de teatro In Nomine Dei describe la matanza que se da entre católicos y luteranos y anabaptistas en Münster, Alemania en el siglo XVI por una discusión acerca de si los niños debían ser bautizados recién nacidos o esperar a que sean adultos. El caso es que cada bando siente que tiene a Dios de su lado y mata con esa seguridad del respaldo divino.

Los Talibanes en Pakistán fueron radicalizando su posición religiosa hasta llegar a prohibir la educación de las niñas y adolescentes en las escuelas, al grado de destruir cerca de 400 escuelas y balear a Malala Yousafsai (ahora premio Nobel de la Paz 2014) por promover la participación de las niñas en la educación “laica”, permitiendo solamente que aprendan lo que se enseña en las escuelas de religión, obviamente interpretando la voluntad de Alá.

El Papa Francisco dijo a raíz del atentado contra el personal del semanario humorístico Charlie Hebdo el 7 de enero de 2015, que “matar en nombre de Dios es una aberración” y en su visita a Albania comentó “…que nadie piense que puede escudarse en Dios cuando proyecta y realiza actos de violencia y abusos. Que nadie tome la religión como pretexto para las propias acciones contrarias a la dignidad del hombre y sus derechos fundamentales”. A raíz de los hechos del día de ayer en Paris, condenó nuevamente la violencia.

Diversas posiciones ante los hechos de violencia

Arturo Pérez-Reverte en sus tuits comenta “Interesante, el deseo de vivir del ser humano. ¿Y si los centenares de la discoteca se hubieran abalanzado sobre los del Kalashnikov…? La gran diferencia es ésa, supongo. Su fuerza: saber que un millar de europeos jamás se lanzarán en masa contra un kalashnikov.”  Pérez-Reverte plantea que por el contrario los yihadistas están dispuestos a morir y matar por su ideal.

Una alternativa sería esconderse o tratar de huir ante la agresión, pero los atacantes estaban dispuestos a matar a cada uno de los rehenes, antes de que llegara la policía. Otra posibilidad era tratar de negociar con unos agresores decididos a matar o morir, lo cual en este caso hacía inaceptable la negociación.

Finalmente está utilizar el mismo lenguaje de la violencia, aplicar la fuerza policíaca en toda su magnitud para acabar con los atacantes, que es lo que sucedió. Pero después del niño ahogado…

Ante la adversidad surge lo mejor del ser humano

Frente a lo ocurrido, el Presidente de Francia Francois Hollande decretó el estado de excepción. Suspenden el servicio de transporte público por lo que miles de parisienses quedan en las calles lejos de sus hogares. Inmediatamente surge la solidaridad de los habitantes de zonas cercanas promoviendo a través de las redes sociales “#PorteOuverte” (Puerta Abierta) que implica darle asilo a los que no podían llegar a su casa esa noche. Más adelante será interesante evaluar los resultados de esta experiencia.

Quienes pierden y quienes ganan

Los primeros perdedores son los musulmanes o de origen en países de Medio Oriente que habitan en Francia, sean ciudadanos franceses o no, ya que resultará muy fácil que despierten desconfianza entre los franceses no-musulmanes e incluso sospecha de ser terroristas.

También pierden los refugiados de Siria y en general los migrantes que intenten entrar no solamente a Francia, sino en general a Europa porque serán vistos como presuntos terroristas.

Ganan los anti-inmigrantes, la extrema derecha, los enemigos de una Europa más abierta porque estos hechos les dan argumentos para reforzar sus posiciones radicales.

Lecciones y preguntas pendientes

Quedan lecciones por aprender de estos lamentables hechos, desde el reforzamiento de los servicios de inteligencia en varios países hasta el cambio en las relaciones diplomáticas particularmente con los países con mayoría islámica. Desde la educación para la paz en todos los países hasta el conocimiento más profundo y respeto de las costumbres y creencias en otros lugares del mundo.

¿Podremos los seres humanos superar nuestros odios antes de que nos destruyamos unos a otros? ¿Podrán los musulmanes no-radicales abrir nuevas formas de relación con el mundo no-musulmán? ¿Podremos los no-musulmanes abrir nuevas de formas de ver y relacionarnos con el mundo musulmán?

Twitter: @DeSollano

REFERENCIAS:
CNN Noticias 13-14/noviembre/2015
José Saramago, In Nomine Dei, 1991
Arturo Pérez-Reverte, Twitter, 14/noviembre/2015