• Erich Schumm registró un 25 de julio de 1953 el diseño de lo que hoy conocemos como el matamoscas.

Berlín, Alemania. 24 de julio de 2018 (dpa).- Está considerada como un arma infalible a la hora de poner fin al molesto zumbido de los mosquitos. La pala matamoscas, un artilugio del que pocas casas prescinden en verano, cumple este miércoles 65 años y lo hace sin visos de jubilarse.

El 25 de julio de 1953 el alemán Erich Schumm registró en la oficina de patentes de Múnich un modelo de paleta de plástico con la que prometía reducir de forma considerable la esperanza de vida de los molestos insectos voladores.

Lo realmente revolucionario del invento es que estaba hecho de material ligero y flexible. “En particular, la parte delantera está diseñada con una rejilla que permite el paso del aire durante un movimiento rápido”, explicó Schumm en el texto entregado ante las autoridades competentes.

Puede parecer un detalle banal, pero en realidad no lo es. De hecho, todos aquellos críticos que defiendan que el invento apenas aporta algo más de lo que haría, por ejemplo, un periódico, están muy equivocados.

Esquema del primer matamoscas presentado para obtener la patente en Alemania.

Tras la concepción de este artilugio hay incluso una explicación científica. En caso de que la superficie de la pala fuese totalmente opaca, en vez de con rejilla, los insectos percibirían que el peligro se acerca al notar una corriente fuerte de aire y seguramente podrían escapar a la muerte.

Pero una pala con rejas, que deja pasar el aire, no les permite a los mosquitos recibir ningún tipo de aviso y los condena a fallecer aplastados.

Esta explicación científica ya fue considerada por otros predecesores de Schumm, como el hamburgués Alfred Hoeborn, quien en 1949 ya diseñó una malla de rejilla llamada “Insektas” que permitía pasar el aire pero no dejaba entrar ni salir a ninguna mosca o insecto.

Desde su creación, la pala matamoscas ha ido evolucionando y ahora también cuenta con otras modalidades incluso eléctricas.