• El premio Nobel de Literatura 2010 presentó en la FIL Guadalajara su más reciente novela, titulada Tiempos recios

Narrar a manera de novela una historia real que parece un disparate, tal es la empresa que el escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura 2010, realiza en su más reciente texto, Tiempos recios (Alfaguara, 2019), el cual fue presentado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).

Ante una audiencia que llenó a tope el recinto, incluso media hora antes de que comenzara la charla en la que Vargas Llosa fue acompañado por Pilar Reyes, su editora, y su amigo Juan Cruz, los asistentes, entre los que se encontraban Enrique Krauze y Antonio Villaraigosa, escucharon los aspectos que fomentaron el nacimiento de esta novela.

Vargas Llosa habló de cómo su novela se enfoca en los acontecimientos, instigados por Estados Unidos, que llevaron a un golpe de Estado de Carlos Castillo Armas en Guatemala, que terminó con el proyecto democrático de los presidentes Juan José Arévalo y el coronel Jacobo Árvenz, en el que el periodismo tuvo mucho que ver.

“América Latina, en el año cincuenta y tantos, tiene el triste privilegio de ser uno de los países [sic] donde las famosas fake news que están hoy en día tan de moda, en esa época el término ni siquiera existía, funcionan de una manera admirable, entre comillas, y llegan a crear una fantasía que muchísima gente entiende como una realidad”, expresó Vargas Llosa al empezar su presentación.

“Esto no es obra de un gobierno, es la obra fundamentalmente de un publicista [Edward Bernays], un publicista europeo que había emigrado a Estados Unidos huyendo de los nazis, que era sobrino carnal, además, de Sigmund Freud y que una compañía norteamericana que operaba sobre todo en América Latina, la United Fruit, la frutera como era conocida, lo había contratado y había pasado a ser el jefe de publicidad de esta compañía”.

Este personaje, explicó Vargas Llosa, influyó ante la compañía, y a su vez en el gobierno de Estados Unidos para finalizar con el proyecto democrático de Guatemala, al cual le atribuyeron influencias comunistas, por medio de la prensa liberal.

“¿De qué arma se vale para crear esta opinión pública? Dice, ‘vamos a hacerlo a través de la prensa, pero no vamos a hacerlo a través de la prensa conservadora norteamericana, vamos a hacerlo a través de la prensa liberal, la prensa progresista, la prensa de izquierda, vamos a hacerlo a través del New York Times, del Washington Post, de Time Magazine”, explicó el autor.

Los periodistas acuden a Guatemala y reciben aquella información que provoca que se crea que un proyecto que buscaba ser una copia de la democracia estadounidense fuera confundida con un “Caballo de Troya” del comunismo en América Latina.

“Me entusiasman muchísimo las historias, sobre todo esas historias que nacen de la realidad y parecen ficciones por lo disparatadas, lo absurdas, lo poco realistas que son y creo que lo ocurrido en Guatemala, en 1954, es una de estas historias, créanme que no he exagerado nada al contarles esta fantasía, la idea de que Guatemala era el ‘Caballo de Troya’ de la Unión Soviética es un disparate que no tiene pies ni cabeza, porque tanto el señor Arévalo como el señor Jacobo Árbenz, en el poder habían ellos insistido mucho para que la Constitución guatemalteca estableciera que Guatemala nunca tuviera relaciones diplomáticas con la Unión Soviética”, explicó el autor.