B-SOCIAL Por Brenda Orozco

Suena la alarma, abres tus ojos lentamente y tomas tu celular, entras a Facebook o Instagram y te encuentras lindas selfies de tu amiga en el gimnasio, luego más selfies desayunando, dos horas más tarde más selfies y así durante todo el día hasta que se despide con una selfie y dice buenas noches. Te preguntas si será prudente dejarla de seguir o darle un like. Mi querido lector, esta necesidad de atención tiene nombre y se está convirtiendo en un tema colectivo.

Les platicaré un poco acerca  de Narciso, un personaje de la mitología griega, hijo de Cefiso y Liriope. Era sumamente bello pero vanidoso y se enamoró de sí mismo a tal grado ´que era incapaz de amar a otras personas. En un artículo denominado “Narcisismo en el mundo moderno” de la psicóloga Pat MacDonald, habla de la expansión de cualidades narcisistas en la sociedad, el cual ha llegado al nivel de plaga, amplificado por el constante acceso a redes sociales y exposición pública.

Entre las conductas que identifica a la alza entre los cibernautas, la investigadora destaca:

  • Autopromoción. Ya sea de cualidades personales o de lo que compras, a donde viajas, lo que comes, etc.
  • Búsqueda de fama. A cualquier precio, incluso subiendo fotos de artículos ilegales o imágenes comprometedoras para obtener más likes.
  • Necesidad de admiración. Hambre de buenos comentarios y palabras bonitas.
  • Falta de empatía. Considerarse ajeno a las necesidades de los demás por priorizar las propias.

Cristina Galindo, en un artículo publicado en El País, nos dice que los rasgos narcisistas no siempre son fáciles de reconocer y con moderación no tienen por qué ser un problema. Las publicaciones en redes sociales con un contenido sutil de narcisismo pueden ser más dañinas de lo que parece, ya que la persona “exige una atención extrema a sus comentarios y problemas y si no la consigue, concluye que es diferente a los demás y que nunca recibe el respeto que se merece”

La política no es ajena a este tema, al contrario, Donald Trump ha sido señalado numerosas veces por su comportamiento asociado al narcisismo (entre otras joyas de su personalidad). Hay una diferencia sustancial entre la promoción de actividades laborales y acciones de gobierno a la lucha (en algunos casos compra) de likes.

Y aunque puedan pensar que este es un tema de adolescentes o millenials, lo cierto es que no hay límite de edad para transformar lo ordinario-mundano en un tema extraordinario, con filtros y estrellitas incluidas. Cada día se suben 80 millones de fotografías a Instagram que se transforman en 3,500 millones de likes, lo que indica que hay un enorme océano de aceptación, ahí, justo enfrente del monitor, en el que más de uno quiere nadar.

¡Ojo! aunque no todos los que toman selfies son narcisistas, el hecho de publicar demasiadas si promueve que busquemos crear una imagen perfecta o  mejorada de la que tenemos de nosotros mismos. Llegar a este punto indica  que existe un temor a no generar reacción, a que no haya comentarios o compartidos.

Lo más grave de este asunto, es que estamos contagiando a nuestros niños, quienes están “entrenados” a poner duck face en cuánto ven la cámara activada, ensayan pose o revisan la foto para autorizar a sus padres a publicarla.

Como apunte final y lo repito constantemente, las redes sociales son útiles en la medida que aporten algo positivo a quienes somos o a la organización que promocionamos, pero en caso de angustia o deseo extremo de aceptación, suspenda su uso.

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