Mérida, Yucatán. 26 de mayo de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Las músicas denominadas tradicionales son aquellas cuya recreación es de larga duración y se encuentran vinculadas a la identidad cultural de un grupo o población. Los miembros de esas poblaciones las consideran suyas y las usan para distinguirse de los demás, pero cobran otros significados y sentidos en los contextos turísticos al ser espacios definidos por el consumo.

“Su función ya no es para construir los vínculos comunitarios y evocar la memoria colectiva, sino forman parte de las opciones de entretenimiento del turista, quien durante su estancia desea escuchar ciertas músicas que han sido promovidas por la publicidad”, señaló Georgina Flores Mercado, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIS UNAM).

Con el propósito de aportar evidencias y argumentos sobre la relación de las músicas tradicionales y el turismo, la investigadora adscrita con nivel I al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y el doctor Fernando Nava, investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, recopilaron 10 artículos de investigadores, promotoras culturales y estudiantes de posgrado para conformar el libro Identidades en venta. Músicas tradicionales y turismo en México.

La pirekua, de la diversidad a la homogeneidad

La pirekua es el canto tradicional de los p’urhépecha y a través de este canto se corteja a las mujeres, se dan consejos a los jóvenes, se describen hechos que suceden en las comunidades, se habla de la deforestación o de la contaminación del lago de Pátzcuaro, expresando los sentimientos más profundos de los compositores en el idioma p’urhépecha.

De acuerdo con Flores Mercado —quien elaboró el capítulo del libro “’Esto es música p’urhépecha…’ Pirerispirekuas y turismo en Michoacán“ en conjunto con Cecilia Reynoso Riqué y Fernando Nava—, la pirekua suele interpretarse en dos ritmos: sonecitos, de ritmo pausado y melancólico o abajeños, más rápidos y enérgicos para zapatear. Este canto se suele interpretar con amigos en las comunidades, en la víspera de las fiestas patronales, en bodas y en encuentros comunitarios.

Desde hace varias décadas, las pirekuas —y las danzas— forman parte de la oferta musical durante los días de las festividades dedicadas a los difuntos. En estas fechas llega una importante cantidad de turistas a la región lacustre con la finalidad de conocer los rituales dedicados a los muertos, pero las danzas y músicas tradicionales de los p’urhépecha se han ido promoviendo también en festivales por parte de las secretarías de turismo locales.

“El turismo que llega a estas festividades es principalmente nacional pero también llegan extranjeros de Estados Unidos o Europa. En estos contextos turísticos las pirekuas que se interpretan suelen ser las mismas que se difunden en los medios de comunicación, por lo que se repiten constantemente unas tres pirekuas nada más; mientras que en las comunidades —principalmente las de la sierra— se compone una importante diversidad de pirekuas día a día”, señaló la investigadora.

Además de esta reducción importante, los festivales suelen contratar a músicos académicos o “famosos” para cantar la música de los p’urhépecha desplazando muchas veces a los propios pireris (los cantantes) y compositores de las comunidades rurales.

“En este sentido, vale la pena destacar que no solo se trata del cambio cualitativo en las formas musicales sino de la pérdida del control y/o agencia que los propios músicos tienen sobre su propia tradición musical, pues son los ayuntamientos o secretarías de turismo los que deciden cómo, cuándo y dónde se debe interpretar esta música”, indicó.