TRADICIÓN DE LA INVENCIÓN DEL SANTO CRISTO, DEL SEÑOR DE LA PIEDAD 24 DE DICIEMBRE DE 1687

He aquí la tradición:

Era costumbre entre los cristianos, como lo es ahora, pasar en vela la noche del 24 de diciembre, en que se conmemora la Natividad del Mesías, celebrando tan glorioso acontecimiento con cantos y alabanzas. Acostumbraban también, sobre todo los campesinos, hacer lumbradas con ramas y leña para calentarse y formar las luminarias propias del festejo.

En 1687 vivía de arrendatario en la Estancia de La Huerta (hoy conocida como La Buena Huerta), situada en la orilla sur del Río Lerma, perteneciente a la hacienda de Chiringüicharo (Quiringüicharo), Blas Martín Uriarte, con su esposa Catalina de Segura y Juan de la Cruz, hijo de la primera esposa, y Juan de Aparicio, hermano de Catarina (Catalina); ambos eran humildes pescadores y labradores.

Llegó el 24 de diciembre de 1687. Como buenos cristianos, se preparan para el festejo de esa noche, pues había muy cerca varios ranchos de pastores que acostumbraban concurrir esa noche memorable a la casa de Martín, con sus músicas pastoriles.

Probablemente por la tarde de ese día, fueron Juan de Aparicio y Juan de la Cruz al collado del monte que se se encuentra al oriente de las casas, a muy poca distancia, a traer más leña para la luminaria, y se encontraron con un tronco de tepame, especie de espino que abunda en esos lugares; tenía más de una vara de altura. En el mexicano tal nombre significa Arbol entre piedras. En tarasco puede significar: Cosa regada o Embotado el filo, según que venga de thepani o tepameni, por tener la espina gruesa y la punta achatada. Sin mucho esfuerzo lo arrancó de raíz Juan de Aparicio, quien después de tenerlo entre sus brazos, lo pasó a los de Juan de la Cruz, y éste, echándoselo en hombros, cargó co él hasta la casa.

La Buena Huerta, lugar donde cuenta la tradición fue donde se hizo el hallazgo del Señor de La Piedad.

Al llegar se encontraron ya prendida la fogata a medio patio. con varios trozos de madera. Fatigados y cansados, arrojan luego el tronco a la hoguera y se retiraron al festín, que ya había empezado. Pasado algún tiempo salió Aparicio a calentarse, y observó desde luego que el tepame estaba sin quemarse, a pesar de haberse convertido en brasas los troncos arrojados antes; sólo se le habían quemado algunas ramas y chamuscado una punta.

Sacólo y lo hizo a un lado, tomando el hacha para trozarlo; y al dar el golpe, se le fue el filo por el lado derecho y arrancó la corteza del medio lado, descubriéndose en seguida medio cuerpo y un tanto de la efigie. Sorprendióse al ver aquella figura. Salía en ese momento su hermana Catarina (Catalina), y se percató luego de la sorpresa de su hermano y de lo que había descubierto advirtiendo la figura de la Imagen. Siguió Aparicio quitando el resto de la corteza, y se descubrió un pie. Mas admirado del suceso avisó a Blas Martín, quien con presteza ocurrió a darse cuenta del caso, y mandó descortezar todo el madero, descubriéndose una Imagen del Señor Crucificado, como se ve hasta el presente; sólo con la diferencia de haber tenido entonces la barba pegada al pecho. Al rumor del hecho tan extraordinario, todos los de la casa y las personas de fuera que habían ocurrido a la fiestecita de medianoche acudieron a cerciorarse, quedando absortas, en vista de la realidad. No se sabe con precisión la hora en que esto sucedía; pero puede suponerse, toda vez que lo más de la noche ardió el tronco sin quemarse. Es de creer, por tanto, que dieran cuenta de lo que aquello contenía en las primeras horas del día 25 de diciembre de 1687.

Todos los circunstantes (presentes) sirvieron de gaceta para publicar lo ocurrido.

Cuidadosamente fue guardado el feliz hallazgo en su aposentillo,  entretanto se daba providencia a procurar la encarnación o pintura.

Pintura del Señor de La Piedad que se conserva en la sacristía de la Parroquia de La Purísima en Yurécuaro. Fue un obsequio de La Piedad.

1688. 6 DE ENERO. MISTERIOSOS ESCULTORES DAN ENCARNACIÓN A LA IMAGEN

Según relación, a los pocos días, el 6 de enero del año siguiente 1688, fiesta de los Santos Reyes, andaba Blas Martín juntando su ganado en el mismo montecillo del oriente, y vio a tres hombres salir del monte, con apariencias de indios serranos. Extrañóle que anduvieran fuera del camino, y fue á su encuentro, a examinarlos, por creerlos sospechosos. Hablóles con semblante áspero; ellos contestaron con todo respeto: que eran escultores que buscaban trabajo para componer o hacer alguna imagen y le mostraron un talego con la herramienta. Martín se alegró grandemente con esto, y los llevó a su casa, manifestándoles la Imagen y el deseo de acabarla; al efecto les dijo: “Yo me hallo sin reales (dinero), pero les pagaré en semillas de maíz, frijol y chile, cuanto quisieren por su trabajo, como me salga a gusto”. Ellos quedaron de acuerdo, y solicitaron un aposento abrigado, pretextando pedirlo así la obra, que le entregarían acabada y perfecta. Sin réplica alguna les proporciona el aposento; ellos tendieron unos lienzos de algodón que traían ceñidos a la cintura, y sobre ellos colocaron la Imagen. Tenía la barba pegada al pecho, que nacía con la cabeza del tronco y pendían dos ramas en forma de T, de que se componían los brazos. Manifestóles Martín, que deseaba fuese despegada la barba del pecho y levantado el rostro; a lo que contestó uno de los escultores: que ya sabían cómo quería. En su presencia sacó una sierrecilla, ejecutó la cortadura, y a un leve golpe, levantóle el rostro y le dio la expresión que Martín deseaba. Satisfecho éste, les dijo que serían atendidos en todo lo que necesitasen, y se retiró, dejándolos solos.

Al día siguiente, de mañana, fue a ver su obra al aposento, levantó el “petatl”, en mexicano: petate que servía de puerta y halló solo el aposento, con el Señor Crucificado puesto en una Cruz de madera. Se dice que uno de los escultores sacó del montecillo la madera para la Cruz. Esta Cruz ya no existe; pocos años después se la quitaron al Señor y la repartieron entre sus devotos en astillas y cruces pequeñas que tenían en grande estima. No hallando allí a los escultores, Martín supuso que hubiesen ido Yurécuaro, en busca de trabajo. Se encontró en el patio las semillas que les habían dado en pago. Pasados dos o tres días, mandó buscarlos por varias partes, y en tal investigación no se obtuvo noticia alguna de ellos.

Este relato nos recuerda a aquellos tres Reyes que habiendo visto la misteriosa estrella que les anunciaba el nacimiento de Rey de Reyes, fueron siguiéndola para ir a adorarle. No parece sino que lo relatado es un remedo de los Magos en su misma fiesta.

MAÑANA SAN SEBASTIÁN DE ARAMUTARILLO EL MÁS PEQUEÑO DE LOS SIETE PUEBLOS DE TLAZAZALCA, EL ELEGIDO PARA SER LA CASA DEL SEÑOR DE LA PIEDAD…

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Relato íntegro tomado del libro: ÁLBUM GUADALUPANO 1531-1931, La Virgen de Guadalupe en La Piedad de Cavadas, Michoacán. Autoría del Presbítero Refugio López de la Fuente. Sólo se realizaron actualizaciones de las palabras en desuso o aclaraciones de sitios que cambiaron sus nombres.