• Los pequeños lecheros de Encarnación de Díaz viven la crónica de una muerte anunciada.
  • Por Salvador Y. Maldonado

Encarnación de Díaz,  Jalisco. 20 de febrero de 2018.- Mientras que unos ganaderos son altamente eficientes con hatos cientos de vacas. Poseen máquinas automatizadas para la ordeña y con biodigestores. Hay  otros con pequeños rebaños que están al borde de la desaparición. Esto  explica las protestas recurrentes en las casetas de las carreteras de los días recientes.

Esto sucede en el municipio jalisciense de Encarnación de Díaz,  conocido coloquialmente como La Chona, donde  es parte de la identidad la ganadería lechera. Curiosamente en este lugar se observa un gran contraste de esta actividad económica: la presencia de grandes ganaderos que cada día se integran y consolidan; y la contraparte de pequeños productores que están al borde de la desaparición por no poder competir en un mercado cada vez más exigente.

En este municipio de la Región de los Altos de Jalisco hay ganaderos muy competitivos, como los del establo Santo Domingo del consorcio Proteína Animal (PROAN) de la familia Romo Valadez. Pero también hay quienes no pueden seguir en la actividad y tienen que rematar sus vacas.

Así describe la situación de la ganadería lechera  en su municipio, el director de Desarrollo Rural de Encarnación de Díaz,  el veterinario  César Martínez Chávez, quien señala que los dueños hatos de menos de cien vacas cada vez más “le batallan mucho para seguir en la actividad”.

Este funcionario municipal comentó que hay un “círculo negativo para los pequeños ganaderos en las últimas tres décadas, desde  la inestabilidad en las compras de LICONSA y otras empresas que determinan topes o recortes a las compras, hasta el papel de los intermediarios y las importaciones autorizadas por el gobierno, todo lo cual produce que un problema que descapitaliza al pequeño ganadero”.

En su punto de vista, este círculo vicioso en contra del ganadero debe terminar y con ello hacer viable la existencia del pequeño productor. Afirmó que, hay que hacer varias acciones, como regular las importaciones de leche y derivados, además de poner en marcha acciones de fomento en pro del pequeño productor, de lo contrario éste no tendrá futuro.

La descapitalización

Martínez hace un recuento de las dificultades que ha traído el mercado de la leche en las dos últimas décadas, en las que tanto ganaderos de distintos tamaños, desde grandes, medianos y chicos han tenido problemas que  los han descapitalizado.

Puso el ejemplo de la reducción del hato de un ganadero muy afamado como don José Romo Romo (ya de edad avanzada), conocido como El Güero. Alguien que hiciera época en su establo El Destierro y que sigue presente en los recuerdos de cuarentones y cincuentones cuando este personaje determinara tirar la leche en la carretera a Lagos de Moreno, allá a fines de la década de los años 80 en el siglo pasado.

Este joven veterinario detalló que actualmente una vaquilla en fase productiva tiene un valor comercial cercano a los 25 mil pesos. Pero cuando las cosas se complican en contra de  un pequeño lechero éste remata sus vacas a precios de rastro y las malbarata a unos 15 mil pesos, lo que supone simplemente la pérdida del  patrimonio del productor.

Puntualizó que algunos ganaderos han vendido sus vacas a compradores que   llevan los animales a la comarca lagunera, con lo que estos vientres pasan a formar parte del inventario de los proveedores de la empresa LALA.

Dice tener testimonio de varias comunidades del municipio, donde pequeños productores han reducido sus hatos a la mitad y con trabajos se mantienen en la actividad, mientras que quienes  producen altos volúmenes se afianzan en la actividad.

Añadió que lo que sucede en su municipio, se repite en otros municipios de Jalisco y la región, como se muestra con las protestas que se tienen en cuencas lecheras de varios Estados.

Tierra de obispos y ganaderos

El nombre de Encarnación de Díaz se debe a que se impuso esta denominación en honor del presidente Porfirio Díaz .   De acuerdo a la versión del presbítero y doctor Don Agustín Rivera, se le puso este nombre en honor del padre de Porfirio Díaz; sin embargo, se conoce que fue en honor del general Díaz, por sus triunfos durante la intervención francesa.

Este municipio se ha distinguido por ser la tierra de varios jerarcas católicos, como el tercer arzobispo de Guadalajara Jacinto López y  Romo (1836-1990), el primer obispo de Zacatecas Ignacio Mateo Guerra  Alba y el arzobispo emérito de Acapulco, Felipe Aguirre Franco, quien reside actualmente en la capital jalisciense, entre otros.

La cercanía con   la ciudad de Aguascalientes trae para sus pobladores una interacción muy importante con la capital hidrocálida.