• El autor de la ahora célebre Catrina llamada originalmente calavera garbancera trabajó en León y de ahí se fue a la Ciudad de México.

Ciudad de México. 20 de enero de 2018.-La muerte de José Guadalupe Posada, el 20 de enero de 1913, pasó desapercibida. A tal grado que sus restos terminaron en una fosa común. Años después, su talento y sus obras serían reconocidos póstumamente; entre ellos el grabado de La Calavera Garbancera, nombre original de la Catrina, convirtiéndose en un símbolo cultural de México.

José Guadalupe Posada nació en Aguascalientes el 2 de febrero de 1852. Sus primeros trabajos se dieron en León, Guanajuato, donde fue designado maestro de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria.  Sin embargo, su mayor desarrollo artístico lo alcanzaría al trasladarse a la Ciudad de México, alrededor de 1888.

Consagró su talento a diferentes talleres de impresión, como la imprenta de Antonio Venegas. Dio creación a miles de grabados, con personajes sacados de la sociedad y cultura mexicana, que ilustraban cualquier tipo de texto, ya fueran poemas, cuentos, canciones, noticias o cualquier otro que le fuera solicitado.

Sus litografías se caracterizaron por utilizar caricaturas, las cuales tenían que resultar atractivas desde el primer número, para captar la atención del espectador y continuar publicándose. En el caso del periódico, utilizó este género para satirizar los problemas políticos.

A pesar de no ser una persona reconocida en su época, los formatos en donde aparecieron sus grabados, como los panfletos, le facilitaron circular en diversos estratos sociales; y sus representaciones sencillas tuvieron una amplia aceptación por parte de sus lectores, al grado de seguir siendo aprovechadas las placas que contenían los grabados del extinto artista.

El trabajo de Posada se ha intentado evaluar por diversos investigadores. Héctor Olea, en Supervivencia del litógrafo José Guadalupe Posada, consideró un aproximado de 9 mil grabados elaborados en la Ciudad de México, entre ellos la litografía realizada en 1905 para acompañar el Corrido de la Penitenciaría de México, hoy en día sede del Archivo General de la Nación (AGN), lugar que alberga parte de su legado.