Churintzio, Mich., julio 2016.- En un platillo podrían parecer idénticos a champiñones, sin embargo, son silvestres, son naturales. Son una delicia que sólo se da dos o tres semanas al año. Justo cuando empiezan las lluvias, “la tierra se calienta” y brotan estos en prados con pastos donde pastorean al ganado bovino. Su nombre científico Agaricus campestris, conocidos simplemente como hongos. Algo que algunos definimos, como un pedacito de cielo.
Hace 30 años cosechar hongos en los alrededores de La Piedad era cosa común. Hoy, esta especie es otra víctima de los fertilizantes químicos. Tuvimos que viajar 50 kilómetros hasta un punto entre Churintzio y Tlazazalca para volver a encontrar este alimento. Alonso de 11 años y Claudia de 15 fueron nuestros guías. Cruzamos su hogar que a las 8 de la mañana ya brillaba de limpio y entramos a un potrero. Cruzamos cercas de piedra y alambres de púas, ahí estaban.
La primera señal de que había hongos apareció. Flores blancas, amarillas y azules. Unos las llaman tempranillas y otros las conocen como flores de San Nicolás. Mi emoción por ver pequeños champiñones no la compartían Alonso o Claudia quien no comprendían mi sonrisa. El cielo nublado, el aire fresco, el olor a tierra mojada, el rocío en el pasto era la escenografía de un paisaje que hace 25 años no pisaba.
La abundancia de hongos me sorprendió. Los niños platicaban y entre bromas me señalaban donde recolectar más. El ojo experto de la gente de campo reconoce los champiñones silvestres. El sombrero es blanco y las laminillas son de un bonito color rosado. Según madura, las laminillas se vuelven de color marrón y finalmente negras. Es muy importante no confundirlo con otro tipo de hongos blancos muy similares pero con láminas blancas que es tóxico. La especie tóxica se reconoce porque en el momento de tocarla adquiere un color amarillento.
Recolectamos hongos de hasta 15 centímetros de diámetro. Llenamos una canasta y una cubeta chica con los champiñones silvestres. Alonso es tan generoso que hasta un cachorro de perro quiso regalarme. Ellos los comen asados. Claudia dijo que no son precisamente su comida favorita. Su mamá los lleva a vender a Churintzio. Es otra forma de cómo esta gente se sustenta de la tierra. Comprarlos y pagar su precio sin regateo es una forma de conservar este producto y esta tradición.
Al momento de llevar los hongos a casa, mi madre dice que huelen a su infancia, a su finado esposo, a su mamá, a sus hijos, al campo. El Agaricus campestris es característico de prados húmedos bien abonados por la presencia de ganado. Es un hongo que aparece tras las lluvias y es una señal del temporal. Para su consumo es aconsejable que las láminas sean rosadas. Pero igualmente BRUNOTICIAS quiere compartir una receta que pueden hacer ya sea con hongos silvestres o champiñones comunes.
RECETA
Ingredientes
1 kilogramo hongos silvestres champiñones