Por Carmen Trejo Lara

Hablar sobre unos de los puntos más representativos de una comunidad no es tarea fácil, no sólo por el hecho de que su historia no se ha contado por completo, sino porque se trata de toda estructura entretejida por el esfuerzo y trabajo de todo un pueblo, donde su fe los hizo transformar un edificio a una identidad que une los corazones de los fieles sin importar el lugar en donde esté, que los hace reunirse y entender que sin ella y a quién resguarda, Tanhuato no tendría un motivo sin la parroquia de Tanhuato.

La Parroquia de Tanhuato alberga al dueño de los milagros, que recibe día a día a sus fieles y en esas fechas especiales a aquellos que después de mucho peregrinar ven en este edificio el lugar prometido. Recinto que en sus diferentes matices de construcción alberga un poco de su larga historia, del sacrificio que población y párrocos han invertido en cada una de sus paredes, figuras y complementos. En ella atrae no sólo los distintos materiales de construcción, que pasan desde la piedra en su base, el azulejo en su cúpula, la cantera en su torre, los ladrillos que dan forma a su reloj,  la madera de las que se componen las enormes puertas talladas, el mármol que compone el presbiterio y el oro que recubre los retablos; también se distingue que es el sitio principal, uno de los más altos, apreciable desde cualquier punto del pueblo.

Este abril pasado se celebraron sus 150 años en el municipio que clamaba por un lugar al cual acudir a orar. En el año de 1866 Tanhuato, era considerado una vicaría, nombre para distinguir a una comunidad que era atendida por una sede parroquial, en aquel año dicha sede era La Piedad, “desde allá venían los padres a atender a Tanhuato, en los sacramentos, en lo básico. En aquellos remotos años en las formas y los medios que  había, muchas veces a caballo”, menciona el Señor Cura Rafael Morales. El 25 de abril de ese mismo año se erigió la parroquia de Tanhuato, los fieles comenzaron a identificarse como una comunidad sede, donde se tenían las características para que un sacerdote o más pudieran permanecer a encargarse de las necesidades del pueblo.

Es importante mencionar que el templo, la parroquia de Tanhuato, fue hecho para venerar a San Pedro Apóstol y no al Santo Cristo Milagroso, es por eso que los cuatro costados de la cúpula contienen imágenes relacionadas a la vida del discípulo y si eres lo bastante observador podrás ver en el retablo principal, al fondo, justo detrás de la figura principal, la entrañada imagen de San Pedro. Fue hasta 50 años después que surgió el milagro en donde el fuego no consumió al cristo entregado al sacristán “años más tarde de este hermoso milagro en los 30, fue hasta entonces que el patrocinio del Santo Cristo Milagroso estuvo por encima del de San Pedro”.

Otro hecho curioso es que el templo sólo cuenta con una torre y no con dos como suele ser en la mayoría de estas. Se dice que en 1928, ya sea por un temblor ocurrido en esa fecha o por los estragos que la lluvia puede hacer a una estructura hecha en aquellos años, las torres cayeron. “Las torres se vinieron abajo, provocando heridos entre los peregrinos, pues esto sucedió en el mes de septiembre, tiempo lluvioso y fecha el 14, en que se celebraba la fiesta al Santo Cristo”, se puede leer en el libro de Miguel Garibay. Se habla también de una sola torre la que sucumbió, pero la historia se ha modificado con el pasar del tiempo.

Han pasado 150 años de peregrinar, de hacer historia, de trabajo, de sudor, de esfuerzos y de generosidad, la suma de todo esto renovó la apariencia de la parroquia y resultó en la mejora de la comunidad espiritual. Aún incluso de los desastres, los dificultades que ha tenido el pueblo en sí, los milagros ocurridos son más grandes y hacen que las personas sigan congregándose en la parroquia de Tahuato para agradecer cada uno de ellos.