Por Salvador Y. Maldonado Díaz.

TOTOTLAN, JALISCO mayo de 2017.- Certificar alimentos es un fenómeno mundial en aras de hacer valer su calidad. Eso es una tendencia creciente en el caso de las granjas acuícolas y productos pesqueros, como ocurre actualmente con diversas especies, como tilapias, bagres, camarones y recientemente las ranas.

Por lo mismo, el cumplimiento de los requisitos de la certificación de las granjas acuícolas y de las unidades de pesca ribereña son retos que se han asumido de parte de productores y autoridades; y con ello favorecer el posicionamiento en el mercado de productos pesqueros de calidad.

Así lo planteó el biólogo Salvador Mercado Flores, responsable del Programa de Inocuidad del Comité Estatal de Sanidad e Inocuidad Acuícola de Jalisco (CESAJ), quien comentó que la meta inmediata de este organismo es concretar la certificación adicional de veinte granjas acuícolas, además de promover la certificación en la llamada pesca ribereña.

Precisó que ya se tiene el avance importante en 33 granjas que en el ámbito jalisciense ya fueron certificadas, lo que ha sido un estímulo para que otros acuacultores hagan lo mismo.

Resumió que la certificación implica que cada granja “debe tener un fuerte seguimiento en cuestiones de higiene, en cuestiones de control de las instalaciones, en cuestiones de bioseguridad, ya lo habíamos mencionado antes, lo cual implica tener cuidado, tanto al organismo, como no propagar enfermedades, dar un control adecuado. Tener un control adecuado sobre su personal, lo cual implica un seguimiento sobre su estado de salud. Tener un control y monitoreo sobre lo que se está trabajando, lo cual implica la manera de alimentar, los stocks que tenemos de todos los insumos, el manejo y control de todos los químicos”.

El técnico hizo notar que la meta implica acreditar las buenas prácticas de producción acuícola (BPPA) lo que supone acreditar que no hay factores de riesgo sanitario en todo el proceso de producción y procesamiento de las especies.

Puntualizó que la implementación de las BPPA trae consigo la evaluación de riesgos y establecer actividades de control enfocadas a la prevención, lo que incluso beneficia directamente a los productores, porque se evitan mermas económicas originadas por factores sanitarios y por el desperdicio de los insumos.

También destacó que, en algunos casos, los acuacultores no tienen una inmediata respuesta del mercado al certificar sus granjas. Sin embargo, enfatizó que cuando los compradores de productos acuícolas se dan cuenta de una granja certificada le dan prioridad como fuente de abasto y esto estimula la decisión de apostar a las certificaciones.

En el tema de la pesca ribereña, detalló que apenas será el inicio de un trabajo que pretende incidir en las condiciones sanitarias de las lanchas de captura, en las condiciones de salud de los pescadores y en la calidad sanitaria de los insumos importantes, como el hielo, de modo que éste se obtenga de proveedores confiables.

Como meta para este año, habló que se pretende la certificación de 50 lanchas pesqueras de varias cooperativas de pescadores.

añadió que el CESAJ está en contacto permanente con la Secretaría de Desarrollo Rural de Jalisco para la instrumentación de las políticas de certificación de las granjas

Mercado Flores asevero que el CESAJ tiene una coordinación permanente con la Secretaría de Desarrollo Rural de Jalisco (SEDER), una vez que ésta tiene el papel de fomentar la competitividad de la actividad pesquera y acuícola.

EL DATO

La mayoría de las granjas certificadas son de tilapia y bagre, además de otras de rana toro y camarón.

El programa de inocuidad puede absorber los gastos en favor del productor, en base a las reglas de operación; y porque los criterios de certificación son avalados por el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Alimentaria (SENASICA).

El comité tiene el objetivo de apoyo al productor. No tiene facultades normativas.