Facebook, mi psicólogo favorito.

Hay una frase muy cierta que dice “Únase a la campaña: No cuente sus males en Facebook, vaya al psicólogo” y es simplemente irrefutable. ¿Cuántas personas conoces en tu timeline que todos los días publican sus amores perdidos, sus ciclos inacabados y los sinsabores de la derrota? Y en estricto sentido no está mal porque podemos publicar lo que se nos dé la gana, pero ¿en qué momento esto se vuelve más un bastón anímico que una ventana?

En general, las redes sociales son una opción para estar cercanos con los lejanos y compartir nuestra vida, parte de nuestro trabajo, manifestar nuestra indignación, ponernos en acción por causas en común, etc. Para eso se diseñó Facebook, para compartir. Sin embargo, hay un punto en el que deja de ser sano, en el que la dependencia llega a grados enfermizos y nos encontramos con la necesidad apremiante del like para aprobación o del comentario para comprensión.

Cuando tenemos poco control emocional, surge la necesidad de manifestarnos para recibir apoyo y sentirnos un poquitito mejor. Algunas veces al extremo de lo breve para generar incertidumbre, como poner “Me siento triste”, motivar que dos o tres pregunten y contestar simplemente: In box. Esta es una invitación al diálogo pero como trasfondo expone un “necesito alguien con quien hablar, por favor”.

Una persona generalmente introvertida en la vida offline puede resultar muy expresiva en su vida online; protegida por su monitor puede diseñarse a través de frases inspiradoras, imágenes con atardeceres, citas de sabios, artistas o activistas sociales, videos motivacionales y gifs positivos. El problema realmente no es ese, repito, tú puedes compartir lo que quieras ¡el problema es cuando tu estado de ánimo o tu estabilidad emocional depende de los que reaccionan a tu publicación!

No soy académica ni tengo estudios relacionados a la salud mental (de hecho dudo que sea mentalmente saludable en parámetros tradicionales) pero repito constantemente que la tecnología y las redes sociales están para servir, para ser útiles y divertidas. Se desvirtúa su propósito cuando lastiman, cuando nos hacen sentir inciertos de nuestro valor propio, cuando son vehículo para herir.

Si hay personas cercanas que te detienen o que contaminan tu muro con comentarios ofensivos, es momento de borrarlos o bloquearlos. Si hay personas que te alaban demasiado, que se esfuerzan por darte por tu lado y que no te permiten ver tus errores, también bórralos.  No será fácil, pero no necesitas a ninguno de los dos.

Ante una situación complicada o dolorosa, la mejor opción siempre será acudir con un psicólogo, uno de carne y hueso. ¡Únete a la campaña!

Copyright © 2016 B-Social. Todos los derechos reservados.