• Se presenta para evidenciar las repercusiones del saqueo y el robo del patrimonio arqueológico.
  • Fue encontrado en Francia cuando pretendían venderlo en subasta.

Ciudad de México. 20 de diciembre de 2017.-Por más de tres mil años, la figura labrada de un hombre olmeca permaneció a la vista en la pared de una montaña; ahí, en el ejido Xoc, en Ocosingo, Chiapas, la registró el arqueólogo Enrique Juan Palacios hacia 1928 y permaneció in situ hasta fines de los años 60, cuando fue cercenada para sacarla del país. Tras más de 45 años, este bajorrelieve ha sido devuelto a México y estará presente un mes en el Museo Nacional de Antropología, para que los visitantes reconozcan a través de este mudo testigo, las repercusiones del tráfico ilícito de bienes culturales.

Al mostrarla a los medios de comunicación este miércoles 20 de diciembre, Antonio Saborit, director del museo, señaló que tal es el motivo por el que la pieza recibe al público con su “cara” menos amable. En el vestíbulo del recinto, al levantar la vista, el visitante se enfrenta con el reverso de una obra maestra: una faz mutilada en cuatro partes a punta de cincel y sierra, apuntalada ahora con un arnés metálico.

María del Socorro Villarreal Escárcega, coordinadora nacional de Asuntos Jurídicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), expresó que la importancia de este monumento prehispánico radica, entre otros aspectos, en que constituye el primer bien repatriado a México desde Francia, sin mediación judicial.

Explicó que la escultura se volvió famosa en diferentes momentos. El primero en publicar una fotografía de la misma fue Wolfgang Cordan, en 1959. Catorce años después, la arqueóloga Susanna Ekholm hizo un primer estudio del Bajorrelieve de Xoc, pero al regresar a la selva lacandona para afinar algunos detalles de su investigación, se percató que había sido víctima del expolio, probablemente entre el lapso 1968-1972.

El Bajorrelieve de Xoc —continuó la abogada— se encontró en París, Francia, en 2014. Al parecer estaba en manos de un coleccionista particular, quien la tenía empotrada en un muro. Cuando la persona murió, sus hijos decidieron venderla a una casa de subastas, la cual se dio cuenta de que era una pieza robada y que difícilmente la iban a poder vender, entonces contactó a la Asociación de Amigos de México en Francia.

Las gestiones del INAH y de las autoridades diplomáticas de México, y la colaboración de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol), permitieron su regreso en diciembre de 2015.

“México, a través del INAH y otros organismos coadyuvantes, continuará impulsando un trabajo coordinado y sistemático para evitar el tráfico ilícito de bienes culturales”, expresó Socorro Villarreal, quien hizo énfasis en el seguimiento que especialistas del INAH dieron al proceso, siendo quienes dictaminaron su origen y supervisaron su embalaje para el retorno a nuestro país.

Rebeca González Lauck, curadora de la Sala Culturas de la Costa del Golfo del MNA, detalló que esta escultura de más de 2 metros, es una obra maestra del arte olmeca. Presenta una figura humana de pie con un turbante, ataviada con una suntuosa indumentaria, su brazo izquierdo está doblado sobre el pecho sosteniendo un objeto muy elaborado. Su rostro está representado con una placa bucal de la que salen colmillos; la “U” en la ceja, y la “X” en la banda basal del tocado, conocida como cruz de San Andrés, son símbolos olmecas comunes.

En términos de indumentaria porta una especie de taparrabo sujetado al frente con una especie de amarre cuadrado o medallón. En las muñecas y en los tobillos porta una especie de bandas, y asociado a los pies se encuentran elementos curvos y puntiagudos, representando posiblemente las uñas de algún ave.

La investigadora dio a conocer que fue en Francia donde se llevó a cabo la consolidación y restauración del bajorrelieve, el cual además de la mutilación de la roca caliza, presentaba deterioros significativos en su parte inferior y en una sección del tocado. Especialistas del Museo Nacional de Antropología, fueron quienes diseñaron el arnés que lo soporta para que pueda admirarse como un todo.

En palabras de Rebeca González, continúa el estudio del Bajorrelieve de Xoc, en ese sentido —dijo——, es posible que, por su localización original a la orilla de un asentamiento, sirviera como delimitador espacial del mismo, o quizás marcara un acceso al sitio.