ENEMIGOS FEMENINOS: SÍNDROME PRE MENSTRUAL

Devenires Cotidianos, por Susana Ruvalcaba

Se dice que el síndrome pre menstrual está relacionado  no los cambios en los niveles hormonales en el cuerpo de las mujeres en edad reproductiva. Dichos cambios suelen jugarle al cerebro y al cuerpo malas pasadas desde inflamación y dolor de senos, acné, distensión abdominal y aumento de peso, dolor de cabeza o en las articulaciones, aumento del apetito e Irritabilidad, cambios de humor, crisis de llanto y/o depresión.

Es decir que, por si fuera poco que una mujer sangre de tres a cinco días por mes y pase- además de la incomodidad de los cuidados que la menstruación requiere- por una serie de malestares físicos durante estos días como los cólicos y otros dolores, a la madre naturaleza –al parecer- se le ocurrió también la brillante idea de que esos cambios en nuestras hormonas nos volvieran locas por unos cuantos días: no dos, ni tres, ni cinco, sino hasta quince.

Seguramente habrá mujeres, muy previsoras ellas, que gracias a la regularidad de sus procesos hormonales, tienen calendarizados con precisión estos cambios y sus consecuencias lo que les permite que puedan tomar medidas precautorias para amortiguar sus efectos. Por ejemplo: asegurarse de tener suficiente chocolate en la alacena para esas fechas.

Sin embargo, la madre naturaleza -quizás porque es medio olvidadiza ella, quizás porque es muy mala leche- decidió que habríamos otras mujeres no regulares que nos pasaríamos la vida jugando a la ruleta rusa con nuestro ciclo menstrual. ¿A quién no le gustan las sorpresas? Se preguntarán. A nosotras.

Es así que este grupo de mujeres, vamos por la vida, sin saber cómo ni cuándo seremos sorprendidas por nuestro periodo y por tanto, no tenemos ninguna bendita herramienta que nos ayude a prever esos días y mucho menos, a calcular cuándo seremos víctimas del síndrome pre menstrual.

Así pues, de pronto nos levantamos con la pila bajísima, la melancolía por los cielos y sin poder encontrarle sentido a la vida. Pensando que nadie nos quiere –especialmente el marido/novio-, sin lograr concentrarnos en el trabajo, con una sensibilidad imposible de contener y queriendo llorar a la mínima provocación, gritarle hasta a los desconocidos y renunciar por un momento a nuestras propias vidas.

Nos vamos a la cama, lloramos, nos preguntamos el por qué de todo y nos cortamos las venas mentalmente una y otra vez y nos entregamos al insomnio en busca de respuestas que no llegan jamás.

Días después llega nuestro periodo y el panorama se ve menos gris. Creemos que el marido/novio sí nos quiere, podemos concentrarnos de nuevo y poco a poco la extrema sensibilidad se va diluyendo mientras los jodidos cólicos nos atacan sin piedad.

Pero pasa. El periodo termina. La vida es hermosa.

Y nosotras olvidamos por completo que el SPM está ahí, a la vuelta de cualquier esquina, listo para volver a atacar y desatarnos un nuevo caos existencial en el momento en que menos lo esperemos.