LAS EMOCIONES Y EL EJERCICIO DE LA SEXUALIDAD

HUMANAS, por Circe López Riofrío

La expresión de las emociones sanan, desahogan, aquietan, cuando sabemos cómo guiarlas y manejarlas, pero también pueden desencadenar profundos malestares, remover pasiones y rabias contenidas incluso sacar lo peor de cada una o uno.

Las emociones nos ayudan a relacionarnos de manera afín, regularmente elegimos a una persona en especial con la que podemos descargar ese cumulo de sensaciones hasta la sinceridad y porque no decirlo hasta la vulnerabilidad; casi siempre hay personas especiales con quien nos relacionamos ya sea por su indescriptible pasión, inteligencia, estabilidad, equilibrio, porque tiene un no sé qué, que se yo y muchas veces porque simplemente nos da paz interior y saca lo mejor de cada uno o una. Pero que sucede cuando estas características se vinculan con el ejercicio de la sexualidad, aquello se vuelve un revuelo interior que alienta esa acción hasta el placer más intenso en un orgasmo  y también hace que se quiera hasta la posesión de esa persona que va desde el dominio y control hasta la desesperación o la locura.

Ese intercambio de emociones y sensaciones nos pueden generar la posibilidad de conocernos en las prácticas y personalizarlas, ya que esto concierne también un proceso de aprendizaje en donde el placer juega un proceso muy importante, y es que en este mundo las prácticas sexuales muchas veces son personalizadas hasta lo obcecación, y me refiero a que hay personas que le gusta ser besadas en el cuello y también hay quien no soportan que le soplen el oído, hay personas que les gusta gritar y gemir desaforadamente pero también hay quien no emite sonido alguno o bien apenas un leve susurro.

Así como también hay personas que solo quieren estar en la cama y aquellas que disfrutan del aire libre, y es que en la variedad está en la capacidad de la imaginación, los acuerdos y los límites que cada persona establezca, y sí los límites y acuerdos, ya que el ejercicio de la sexualidad no es un acto que surge el instinto animal, animal el que lo reduce a meter y sacar, aunque no niego que sea una pulsión importante y vital, más esta no debe ser ejercida pasando por encima de la voluntad de la otra persona como lo es la violencia sexual o la trata de mujeres con fines de explotación comercial, no hay nada que justifique la violencia en ningún cuerpo como de ninguna manera.

Expresar que nos gusta y que nos causa placer en el ejercicio de la sexualidad resulta una práctica poco probable, y es que hay personas que no pueden expresar de ninguna manera que les gusta y que no, porque muchas veces implica rechazo y también ignorancia y desconocimiento. Hay personas que conozco que nunca han tenido un orgasmo y también conozco a personas que les da un asco terrible masturbarse pues les resulta impensable reconocerse y conocer su cuerpo y no se diga su propio placer.

El ejercicio de la sexualidad y el placer son dos cosas que no siempre se hacen con amor y por amor, se hacen y se practican porque nos gusta lo que sentimos, lo que nos provoca, aunque no siempre su práctica conlleve a un ejercicio respetuoso y de cuidado, regularmente se hace sin protección, porque en la cabeza de las personas hay toda una asociación a las prácticas de riesgo sumándole ignorancia, como por ejemplo: cuando escuchamos expresiones como aquellas en la que “sin condón me gusta más porque es como comerse una paleta con la envoltura”, lo que no les decimos a esas personas que abren la boca para decir estás locuras y ejemplos tan supinos como este, es que sin el condón nos ponemos en riesgo de contagio de alguna infección de trasmisión sexual como el Virus de Papiloma Humano (VPH) y el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y que con ello se genere toda una epidemia que puede terminar en muertes, principalmente de las mujeres, por cáncer cérvico uterino y por VIH, y es que en muchos casos hacer que los hombres se pongan un condón no es “tan de hombres, según ellos” resulta muchas veces una exposición a la violencia, la humillación, al chantaje de que “si nada más me acuesto contigo, mi reina” o el típico dicho “seguramente ya te acuestas con otro, eres una puta”.

Es necesario señalar que el ejercicio de la sexualidad, se práctica con una o varias personas, puede ser que sea una por una o varias al mismo tiempo, lo hacen personas que están solteras, casadas, separadas, viudas, adolescentes y de la tercera edad, las que trabajan y las que no, los que estudian y lo que tienen doctorados, así como los analfabetas, las personas discapacitadas o enfermas, las que tienen una religión y las que no, las que viven aquí y los que vienen de las comunidades, los indígenas y las mestizas, las que lo hacen por dinero y las que no, las personas que solo besan y las que hacen el amor, las que tienen baja autoestima y las que son egocentristas, se hace por delante y por atrás, por arriba y por abajo, le lado y al revés, de día y de noche, con el mismo sexo y con el sexo opuesto o con ambos, vestidos y desvestidos, flacos o gordos, altos o bajos, es decir todas las personas somos sujetos sexuados y es parte de nuestro desarrollo y aprendizaje, la sexualidad es parte de nuestra vida, así como también de nuestra identidad emocional, cultural, política, ideológica y sexual.

Las emociones son tan importantes como el ejercicio de la sexualidad, por lo que se debe educar para ello desde una manera integral, laica, científica y placentera, nunca jamás pero nunca jamás el ejercicio de la sexualidad debe ser coaccionada, sometida, violentada, así como tampoco presionada para poder formar parte de un grupo en el cual quiero ser aceptada y reconocida, así como tampoco el ejercicio de la sexualidad conlleva necesariamente a un embarazo, así como estoy firmemente segura de que el ejercicio de la sexualidad de un adulto con un niño o niña es un delito, y que el amor de un padre no se demuestra diciéndole a sus hijas que tengan relaciones sexuales porque las ama, eso también es un delito, como también lo es los hombres que levantan a las mujeres adolescentes de sus comunidades para después de someterlas sexualmente dejándolas embarazadas y que no se les pueda denunciar porque pertenecen al crimen organizado, el ejercicio de la sexualidad nunca debe ser brutal y violento. Por ello, es necesario que empecemos por reconocer nuestro ejercicio de la sexualidad y lo que nos causa placer, para conocernos y poder construir conocimientos y relacionarlos con los derechos, así como con las responsabilidades para poder educar sobre sexualidad y reproducción, y con ello disfrutar más de nuestras vidas con o sin pareja.