Por Carmen Trejo Lara

“Yo te beso muy hondo, en el abismo

del ser y del no ser, donde yo mismo

no sé si existes o te he soñado”

Fragmento de Habla Orfeo moderno (Manuel Ponce)

Un poeta olvidado por sus mismos compatriotas, conocido por pocos, difícil encontrar rastro alguno de él incluso en la biblioteca del pueblo en que nació. Se fue sin dejar huella en su tierra natal, sin embargo, es importante recordar y mencionar su lugar de origen, un lugar en donde un nuevo talento lírico pudiera resurgir ante la inspiración de alguno de sus sonetos.

Manuel Ponce Zavala nació en Tanhuato el 19 de febrero de 1913. Siendo el segundo de tres hijos de una familia que provenía de Puruándiro en aquellos años de revolución. Se dice que el sacerdote de esos días fue pariente suyo y que solía ir a visitarlo convirtiéndose este en su padrino y modelo a seguir.  Manuel ingresa al seminario de Morelia a los 13 años de edad, recibe el sacerdocio a los 23 y continúa siendo profesor de literatura hasta los 48.

Celebración del centenario de Manuel Ponce, por Gabriel Zaid “Parecía tener la fe religiosa expresada por Dostoievski: La belleza salvará el mundo.”

Su poesía fue mostrada por Gabriel Méndez Plancarte (historiador y humanista de Zamora, Michoacán). Sus trabajos serían publicados después en Letras de México, Occidente y Latin American Literary Review, entre otras revistas y gacetas.

Manuel Ponce incursionó en lo que podría llamarse la poesía moderna católica. Escribió algunos de los mejores poemas con tema religioso, un romance a lo divino. Su primer libro Ciclo de Vírgenes, fue muy bien recibido aún en los medios no católicos. Y no era para menos ya que ni en España ni en ningún otro lugar un sacerdote escribía poesía de vanguardia.

Poesía que desafía la fascinación del pecado, el observar con otros ojos las figuras virginales, mirarlos como cuerpos y cuestionar a Dios sobre sus actos. Sus poemas corrieron el riesgo de ser censurados pero las buenas relaciones de Ponce con las autoridades religiosas y con el mundo editorial permitieron que esto no sucediera.

El ser sacerdote, poeta, catedrático, académico mexicano y periodista, fue sólo algo en lo que Ponce se destacó. De 1943 a 1968 publicó en la revista Trento de la ciudad de Morelia de la cual fue fundador y la que dirigió durante 25 años.

Además de las 14 obras literarias que publicó. Colaboró con medios como El Universal, Reforma, La Jornada y La Nación en el año del 1993, un año antes de su fallecimiento

Desde 1969 hasta su muerte en la ciudad de México, el 5 de febrero de 1994, estuvo a cargo de la Comisión Nacional de Arte Sacro en la ciudad de México.

“Solitario, pero siempre cordial; contemplativo (y hasta con algo de poeta despistado), pero lleno de iniciativas de servicio; cumplía con sus funciones pastorales (fue párroco más de una vez), pero le daba especial importancia a la revelación de Dios en el arte. Tocaba el piano y compuso algunas sonatas que prefirió no publicar. Organizó en Morelia el Instituto Arca (Arte y Caridad) con talleres de poesía, música y pintura; y en la ciudad de México una Casa de la Poesía. Promovió que el arte moderno entrara a la vida religiosa y defendió el antiguo de la incuria oficial y parroquial.” Gabriel Zaid en Letras Libres

Esto es sólo una parte de lo que Ponce Zavala construyó a lo largo de su vida. Puede que Manuel Ponce siga pasando desapercibido entre la vida de los tanhuatences, pero algo queda claro, un tanhuatence no quiso pasar desapercibido por esta vida.