SECTOR PRIMARIO, por Francisco Mayorga Campos*

Se ha hecho últimamente mucho hincapié sobre los derechos de los consumidores y su relevancia en una economía de libre mercado. Se parte desde los libros de mercadotecnia antiguos que dicen ¨el cliente siempre tiene la razón¨ y esto es muy cierto y necesario para que las empresas tengan siempre incentivos hacia la innovación, pero también hay que señalar que hay otra cara de la moneda, y esta es que los consumidores tienen también obligaciones, las cuales, si se pudieran resumir en una sola sería: la participación crítica y proactiva del consumidor en los procesos detrás de la fabricación de los productos y servicios que demandamos.

Esto, aterrizado al sector agroalimentario implica que los consumidores (todos consumimos alimento) pueden interesarse y preocuparse de dónde viene lo que se llevan a la boca. La tierra, la mano de obra, los insumos que se aplican, el transporte, el almacenaje, la distribución, el mayoreo, el menudeo, la presentación en anaquel, la selección y la disposición de los desechos (que muchas veces no son desechos y terminan generando más contaminación) para producir nuestros sagrados alimentos. Cada uno de estos pasos conlleva grandes movimientos que están ocultos a la vista del ojo común, pero que en más de alguno pudiera haber enormes áreas de oportunidad que pudieran permanecer sin mejorar gracias a la pasividad del consumidor.

Como consumidor responsable propongo algunas preguntas muy puntuales qué hacer. Ejemplo.  ¿Nos hemos preguntado cómo se produjeron los plátanos que tan felices nos comemos en el desayuno?¿qué métodos para combate de plaga usaron? ¿qué tipo de mano de obra contrataron? ¿les pagaron un salario justo y les dieron prestaciones sociales? ¿cuándo se cosecharon? ¿de qué lugar provienen? ¿tienen alguna certificación? Estas son solo algunas de las preguntas que motivan a los productores a responsabilizarse e ir más allá de la simple ¨producción¨ de un alimento.

Finalmente me atrevo a decir que esa es casi la única forma en que los procesos de producción de alimento puedan ir mejorando y alineándose a lo que nuestro planeta nos está exigiendo. Cuando el productor se ve confrontado y cuestionado por un consumidor activo y responsable, su supervivencia y futuro dependerá de la atención a esas demandas, de la mejora continua que le asegura que su producto seguirá siendo competitivo en un mercado cada vez más amigable con la sociedad y con el medio ambiente.

Y es que es interesante saber que existen consumidores que están exigiendo calidad, responsabilidad social, ambiental y que además están dispuestos a pagar un poco más por aquellos productos que estén producidos de esa forma. Una ecuación perfecto en donde todos ganan.

Pensemos dos veces, dicen que somos lo que comemos y !qué mejor que ser mejores personas!

*Francisco Mayorga Campos Estudió Finanzas en el Tec de Monterrey, encabezó el área juvenil del Consejo Agropecuario de Jalisco, dirige Agronegocios Nueva Galicia, es criador de pollos orgánicos y agricultor de medio tiempo en El Chante Alimentos.