B-SOCIAL, por Brenda Orozco

Érase una vez, una reina que buscaba detener el abuso hacia los escritores y creó un estatuto de donde nació la protección a los derechos de autor en 1710, lo que conocemos ahora como copyright.  Ella, la Reina Ana Estuardo, tal vez nunca imaginó el alcance que tendría este “chispazo” que en la actualidad protege obras musicales, dramáticas, pictóricas, escultóricas, fotográficas, en fin todas aquellas creaciones originales susceptibles de reproducirse por cualquier medio o forma.

Bueno, pues algunos siglos y redes sociales después nos encontramos con que eso de la propiedad intelectual y el derecho de autor no está muy apreciado (ni respetado) por estos rumbos virtuales. Diariamente se comparten múltiples contenidos en perfiles de diferentes cuentas sin tomarse la molestia de citar al escritor, cantante, poeta o actor, con tal de generar ese aire de intelectualidad y profundidad.

Me considero fan de las redes sociales porque para mí representan un valioso intercambio cultural y una oportunidad de aprender, sin embargo, como señala Rafael Fariñas “Cultura libre no es cultura gratuita” Y ojo, no con esto quiero decir que se cobre monetariamente cada vez que se comparte una pintura o una frase, sino que seamos respetuosos de quien generó esa creación y le demos el reconocimiento que amerita y si no conocemos al autor, al menos pongamos entre comillas (“”) la frase.

Otro aspecto a resaltar en la propiedad intelectual son las fotografías o notas periodísticas, sobre todo si las usarás para reportar un hecho de importancia pública. Hay sitios turísticos o de gobierno que hacen uso de fotografías de particulares sin darles el crédito y aunque algunos se resisten a mancillar su obra con una marca de agua, lamentablemente no les queda de otra.  Copiar y pegar la nota o infografía sin mencionar la fuente también vulnera los derechos de autor, por si tenían pendiente.

La propiedad intelectual de los memes son un caso particular que es difícil detener, porque en su mayoría usan imágenes muy conocidas y actores que interpretan personajes que se adaptan a nuestro cotidiano vivir. Es imposible no reírse con John Travolta, Doña Lucha, Merlina, etc. Algo bastante ofensivo (e ilegal) es usar textos COMPLETOS de libros, fragmentos de novelas, videos, canciones o discursos fingiendo que son de autoría propia o ¡peor aún! Lucrando con ellos o entregándolos como tareas.

En el tema de la propiedad intelectual de los discursos, creo que el mejor ejemplo es la señora Melania Trump, quien por quererse lucir con un mega discurso fue evidenciada y trolleada en todas las redes sociales posibles. Durante días fue vapuleada por su falta de creatividad y plagiar el discurso de Michelle Obama, que dicho sea de paso lo ejecutó mucho mejor.

Esto nos demuestra dos cosas: primero, que estamos en constante exposición y cualquier cosa que hagamos en nuestra vida real tendrá eco en la virtual; segundo, que es mejor citar que lamentar, por lo que antes de quedar evidenciado, ahórrate la pena de que alguien te comente “Romántico, pero ese poema es de…”

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DISCURSO MELANIA TRUMP-MICHELLE OBAMA