El día que los docentes se convirtieron en superhéroes

Nosce Te Ipsum por: Josman Espinosa Gómez

Estamos cerrando el año, y con ello un semestre más o un ciclo escolar en este año tan atípico, y eso nos lleva a reflexionar sobre la labor de uno de los roles que más han tenido que adaptarse a esta situación del confinamiento en la pandemia provocada por el COVID 19.

De un día al otro, los docentes, montaron todo un sistema de educación a distancia, sin preguntarles si podrían o no, muchas veces la capacitación no era suficiente para continuar con su misión de vida desde casa. Pero ni uno solo dijo que no, y con lo único que sabían que si contaban: su dedicación y amor por lo que hacen, fue que asumieron el reto.

No siempre contaron con los mejores recursos, en ocasiones, solo su computadora personal, su tableta o hasta el celular, y sino algo prestado o algo que consiguieron; usaron su internet, su luz, sus muebles, todo ello pagado de su propio bolsillo y nunca reembolsado. ¿Sus espacios? en el mejor de los casos, la sala de su casa, su comedor o en algún momento la recámara, que los hicieron públicos a desconocidos, abrieron a través de una pantalla la intimidad de su casa a pesar de comentarios y hasta críticas por lo que se veía o escuchaba.

Muchos de ellos tuvieron que invertir en pintar, redecorar, comprar iluminación y todo aquello que fuera necesario para que al final de la clase solo se escuchara: “Gracias profe” y supieran que todo valió la pena.

Sus materiales fueron de todos y para todos, sus investigaciones, libros, videos, pdfs, power points, imágenes, textos, actividades y cada recurso que proporcionaron, tuvo detrás de ello, su tiempo de búsqueda de información, desarrollo y exposición. Y nadie pidió un peso de más por esas horas extras y derechos de autor o regalías ¿o sí? Solo fueron cedidos a sus alumnos para facilitar su aprendizaje.

Dejaron de existir los horarios, había uno para prender la pantalla y dar las sesiones a los alumnos, pero nunca hubo uno para la planificación, actualización de materiales, diseño de recursos audiovisuales, actividades para las sesiones y para casa, evaluación y retroalimentación de tareas, seguimiento de alumnos, respuesta de dudas y consultas, capacitación docente y en nuevas tecnologías, incorporación de estas capacitaciones a sus cursos y actividades, reuniones de trabajo, todo esto y más se hacía durante los malabares del resto del día, entre estar con la familia, atender otros asuntos, preocuparse por lo que hay que comer, los pendientes de la casa, los gastos, la salud, dormir y encontrar momentos para estar tranquilos y decir que todo va a pasar y todo estará bien.

Los docentes aprendieron el arte de hacer durar 24 horas como si fueran el doble, y hacer sentir el cansancio como algo que se soluciona con una aspirina, los docentes vivieron la prueba de tolerancia y aceptación más grande cuando había tantas cosas que no podían controlar y aun así las resolvieron: una falla de internet, de luz o la actualización de la computadora a un minuto de empezar las clases, y aun así el alumno recibió tarde o temprano lo que tenía que aprender ese día.

Los docentes se volvieron magos, muchas veces el preguntar no solo era suficiente, había que inferir, sondear, dar un seguimiento a algo que no les parecía lo correcto o presentían que andaba mal, adivinaban en muchas ocasiones, pero al final, confirmaban que ese interés era real y la distancia no era obstáculo para no resolverlo. Los docentes fueron las personas más optimistas del mundo, porque fueron persistentes del principio al final, nunca se rindieron y aunque cansados, una sonrisa y un buenos día siempre ofrecieron, siendo un ejemplo de resiliencia y perseverancia.

En fin, los costos de este primer semestre a distancia en su totalidad, tal vez nunca lo sabremos al 100%, ya que para nadie es un secreto que el trabajo se multiplicó, al igual que el estrés, la ansiedad y el deterioro de la salud física y mental de los docentes y posiblemente de su entorno, esperemos que la vida les dé el tiempo para que trabajan en ello y haya momentos de recuperación; pero los logros obtenidos en este semestre quedarán para toda la vida, y eso cada quien lo sabe y lo contará en un futuro, como cuando decimos:

“A mí me toco dar clases en la pandemia, y en esos tiempos…” así que el orgullo que deja estos meses pasados es único e irrepetible, porque gracias a esos docentes, la educación no perdió el lugar que se merece en esta época y en estos momentos de crisis y todo gracias a esos docentes que no la dejaron desaparecer.

Hoy los docentes entendieron la mayor lección que se debía aprender en esta época, aprendieron a dejar de ser los “interesantes”, dejaron de ser aquellos que hablaban y los demás callaban, aquellos que su voz era casi ley, aquellos que su evaluación era implacable, aquellos que dictaban las reglas del mundo que se vivía en ese salón de clases; para convertirse en los “interesados”, aquellos que escucharon antes de hablar, aquellos que comprendían antes de ejecutar una orden o evaluación, aquellos que preferían saber que sus alumnos estaban bien, antes que calificarlos mal por no entregar una tarea.

Eso nos dejó este semestre, y es la mejor anécdota que les puedo contar, cuando…”en mis tiempos, fui testigo de ver convertirse a mis compañeros docentes, en los superhéroes que hicieron mejor este mundo en crisis por algo llamado pandemia por el COVID 19, donde su interés por sus alumnos siempre pudo más que todos sus recursos invertidos, sus alteraciones emocionales, su desgaste físico y mental, sus desvelos y preocupaciones entre tantas cosas, una situación que nunca les quitó una sonrisa de sus rostros y un trato humano y amable con sus colegas y alumnos, y donde por encima de todas las cosas, no dejaron desaparecer el único tesoro que prometieron resguardar como su misión profesional: que la educación de este mundo no desapareciera”

Muchas gracias a mis compañeros docentes por su gran labor, mis respetos y admiración por siempre.

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