• Por Ignacio Naya (dpa)

La última vez que Francia estuvo en una final del Mundial fue el 9 de julio de 2006, un día que en Italia se asocia con la gloria del título pero que en el resto del mundo se recuerda como la noche en la que el gran mito del fútbol francés, Zinedine Zidane, perdió la cabeza.

Minuto 110 de la final del Mundial de Alemania. Miles de personas en el Estado Olímpico de Berlín y cientos de millones de espectadores en la televisión. Zinedine Zidane y Marco Materazzi intercambian unas palabras mientras el juego transcurre por otro lado del campo y, de repente, el francés se detiene, se vuelve y derriba al italiano de un cabezazo en el pecho.

Aquel gesto fue lo último que hizo Zidane como profesional. Uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos se despidió con una agresión en la prórroga de la final de un Mundial. Y desde entonces, la historia de enemistad entre Zidane y Materazzi adquirió casi tintes de leyenda.

Aquel adiós indigno marcó además el descenso a los infiernos de la selección francesa, que luego vivió una década de escándalos y fracasos hasta que Didier Deschamps llegó al mando para poner orden y llevar a los “bleus” a las finales de la Eurocopa 2016 y el Mundial 2018.

Ni Zidane quiere pedir perdón ni a Materazzi parece importarle. Varias son las versiones de lo que pasó entre los dos jugadores en aquellos diez segundos -algunas cómicas, otras serias-, pero ni siquiera tras decenas de entrevistas, el suceso ha quedado completamente aclarado.

El árbitro no vio la agresión, pero alertado por sus asistentes, expulsó con roja directa al capitán de los “bleus”. Así terminó la carrera del gran héroe del título francés de 1998. Zidane había anunciado su retiro tras el Mundial de Alemania y nunca más volvió a jugar como profesional. Tras el 1-1, la final se decidió 5-3 en los penales e Italia se llevó la copa.

“Pido perdón al fútbol, a la afición, al equipo… Después del partido, entré al vestuario y les dije: ‘Perdonadme. Esto no cambia nada. Pero perdón a todos'”, confesó Zidane años después en una entrevista con el diario español “El País”. “Pero a él no puedo. Nunca, nunca… Sería deshonrarme… Prefiero morir”.

Perfil afilado, mirada torva, sonrisa despiadada, Materazzi convive bastante bien con su fama de sicario y no es hombre que exija reparaciones a su honor mancillado. “Sin comentarios”, respondió en su página web sobre un montaje fotográfico en el que se lee un irónico “Merci beaucoup monsieur” justo encima de la imagen ya famosa de Zidane, de espaldas, camino del vestuario, pasando junto a la Copa del Mundo que no tocaría.

Pero, ¿qué dijo Materazzi a Zidane para que reaccionara así? “Zinedine, ¿qué pasa? Todavía no has perdido y ya se te ha caído el pelo”. Si el italiano hubiera dicho eso, el francés probablemente se hubiera reído. Pero esa no es más que una de las 249 frases satíricas que el defensa recopiló en su libro “Qué es lo que he dicho de verdad a Zidane” (“Que cosa ho veramente detto a Zidane”).

Materazzi se lo tomó con humor -y donó la recaudación a Unicef-, pero sabe que en esta historia, como en casi todas en las que se ve involucrado, él acaba haciendo el papel de villano. Tras una investigación con interrogatorio incluido, el italiano terminó suspendido dos partidos, sólo uno menos que Zidane, quien lógicamente nunca cumplió su sanción.

Meses después, el defensa “azzurro”, que se retiró en 2011 en el Inter de Milán, ofreció en una entrevista su versión de lo sucedido. Materazzi explicó que el encontronazo se produjo cuando agarró a Zidane de la camiseta. El francés le dijo “si quieres mi camiseta, te la doy después del partido”, a lo que Materazzi contestó: “Prefiero a tu hermana”.

“En una cancha de fútbol se dicen cosas mucho más graves”, señaló el ex jugador de 44 años, que más adelante confesó que entre “tu” y “hermana” ubicó un “puta”.

Zidane, sin embargo, asegura que el italiano incluyó entre sus insultos a su madre.

“No es una excusa. Pero mi madre estaba enferma. Estaba en el hospital. Esto la gente no lo sabía. Pero era un mal momento”, reveló el ex jugador del Real Madrid. “Más de una vez insultaron a mi madre y nunca contesté. Pero ahí…”. Ahí se fraguó una de las grandes historias de enemistad de los Mundiales.