• La momia se encuentra dentro de un fardo de petate acompañado de una ofrenda con semillas, olotes y una vasija.

Ciudad de México. 29 de julio de 2018 (Notimex).- Un equipo de antropólogos dirigidos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron en el estado de Tamaulipas, la momia de un niño acompañada de plantas cultivables como ofrenda en un fardo funerario de petate intacto.

El fardo se encontró en la cueva La Escondida, que es parte de un conjunto de cavidades ubicadas en el municipio de Victoria, estudiadas por el INAH, la Universidad Nacional Autónoma de México, así como las universidades de Córdoba, España, y Uppsala, Suecia.

En un comunicado, el instituto detalló que el fardo estaba acompañado de una ofrenda compuesta por una cesta elaborada en materia vegetal, 756 semillas de encino, 52 olotes de una especie de maíz temprano y cuatro pedúnculos de calabaza y sobre el bulto mortuorio se halló una vasija de cerámica, colocada de manera invertida.

El fardo estaba acompañado de una ofrenda compuesta por una cesta elaborada en materia vegetal. Foto Mauricio Marat. INAH.

Los materiales se analizan dentro del Proyecto de Investigación Estudio Biocultural en Cuevas Mortuorias de Tamaulipas, llevado a cabo desde 2009, cuyos avances de la investigación de gabinete en otra cueva llamada La Sepultura, ubicada en la Sierra Madre Oriental de Tamaulipas, se dieron a conocer recientemente.

El investigador del Centro INAH-Tamaulipas y director del proyecto, Jesús Ernesto Velasco González, refirió que al fardo se le aplicó una tomografía y en su interior se confirmó la momia de un niño, aproximadamente de 1.5 años, calculada a partir de las características del crecimiento de sus dientes y desarrollo óseo.

El antropólogo físico señaló que el infante porta un textil, un pendiente de concha y otro al parecer de hueso.

Los materiales orgánicos de esta cueva fueron fechados por radiocarbono (AMS) y los análisis, hasta el momento, arrojaron varias antigüedades que van desde 1600 a.C. hasta 1200 d.C.

En ese sentido, dedujeron que se trata de un sitio que estuvo ocupado en diferentes momentos por grupos que experimentaron el proceso de transición de caza-recolección y cultivos de baja intensidad al de una agricultura mayor.

Así como los que desarrollaron una importante producción alfarera y arquitectura de piedra de gran complejidad, ya que en la cueva hay gran cantidad de restos botánicos de plantas cultivables, cerámica y utensilios de molienda.

Actualmente, el grupo de investigadores lleva a cabo la quinta temporada de campo en la cueva La Escondida, en la cual estudian cuidadosamente la estratigrafía del suelo a fin de obtener la secuencia de ocupación anterior en el sitio, por medio de fechamientos absolutos y relativos.

Además, investigan el momento en que comenzó a aparecer la alfarería en la zona y pretenden obtener mayores datos sobre la ocupación estacional con la recolección de plantas silvestres y cultivables, así como la función de las cuevas como depósito mortuorio de este tipo de sociedades.

Sobre el bulto mortuorio se halló una vasija de cerámica, colocada de manera invertida (vasija capital). Foto Mauricio Marat. INAH

Los resultados de los estudios de las cuevas La Escondida y La Sepultura sobre la aparición de la agricultura complementan las investigaciones realizadas en la década de 1950, en el municipio de Ocampo por el arqueólogo norteamericano Richard MacNeish (1918-2001).

Los vestigios de ambas cuevas tamaulipecas son una prueba más de que el medio de producción de cultivo llegó primero y pasó mucho tiempo para que se desarrollara el sedentarismo, explicó Velasco González.

El antropólogo destacó la importancia de revisar el origen de sitios permanentes con arquitectura en Tamaulipas ya que comúnmente se piensa que la aparición de la agricultura va de la mano con el sedentarismo, pero los cazadores-recolectores del norte de México estuvieron por mucho tiempo sembrando y cultivando plantas.

El investigador señaló que el proceso de cambio cultural es muy complejo en las poblaciones antiguas en lo que hoy es Tamaulipas, pues siguieron diferentes y variadas rutas que se ven reflejadas en su diversidad, organización social e historia.

De ahí, la importancia de preservar y estudiar multidisciplinariamente los restos óseos y demás materiales depositados en las cuevas.

“En ellos encontramos las piezas del rompecabezas que ayudan a explicar mejor los procesos de adaptación al medio ambiente, cultura y sociedad, aspectos de gran relevancia para conocernos como humanidad, que en este caso particular, aporta de manera distintiva el noreste de México”, concluyó.

Fardo intacto de petate en cuyo interior está la momia de un niño. Foto Mauricio Marat. INAH.

momia

momia