¿CUÁNTOS LITROS DE GASOLINA VALE UNA VIDA HUMANA?

BIOECONOMUNDO, por Rodrigo Diez de Sollano Elcoro
Twitter: @DeSollano

Desafortunadamente lo que escribí la semana pasada en relación al riesgo de explosión e incendio causados por el robo de combustible de los oleoductos de PEMEX se volvió una terrible realidad en Tlahuelilpan, estado de Hidalgo, originada por la inacción de las autoridades y la imprudencia de “huachicoleros” al pretender recoger combustible que se fugaba del ducto en una toma clandestina, provocando la muerte hasta este momento a más de 80 personas y decenas con quemaduras muy graves.

Antes de estos sucesos veíamos fotografías y videos de hombres, mujeres e incluso niños felices, celebrando haber obtenido algunos litros de gasolina que llevaban en bidones hacia sus vehículos. Posteriormente vemos rostros de dolor, tristeza y enojo, contra “quienes son responsables de este siniestro”. Es una tragedia horrible y acompaño en su pena a los parientes y amigos de las víctimas.

¿Pero, quienes son los responsables?

Durante muchos años hemos permitido que la corrupción penetre en la vida diaria de México. Esto implica entre otras cosas, que vemos como “normal” el robar combustible de PEMEX amparados en el argumento de que “el petróleo es nuestro”, o también justificando el delito porque “roban por necesidad” y/o simplemente porque pueden hacerlo sin tener consecuencias legales. El robo empieza en muy grande escala en las plataformas petroleras, luego en los buques-tanques, continuando en las refinerías hasta llegar a la pequeña escala (como el caso de Tlahuelilpan) pero repetida cientos de veces en todo el mapa del país por donde pasen los oleoductos.

En todo lo anterior hay una responsabilidad compartida entre gobernantes y ciudadanos. Por parte de los gobernantes al no actuar en contra de actos delictivos, permitiendo que la impunidad sea la regla bajo la cual vive la sociedad mexicana. Por parte de la ciudadanía por acción o por omisión al “ver, dejar hacer y dejar pasar” sin levantar la voz cuando era necesario.

Y peor todavía, mal educando a nuestros hijos(as) con el ejemplo del rompimiento de leyes y reglamentos cada vez que se puede… En este caso concreto hubo quienes llevaron a niños al lugar donde estaban extrayendo el combustible. Este es un mensaje (incluso sin palabras) hacia la niñez acerca de cómo actuar al tener acceso a los bienes de la nación o en general respecto de la honestidad y cómo se pone en práctica en la vida diaria.

Tanto el gobierno federal como el del estado de Hidalgo están dando respuesta a la emergencia. Pero además de las acciones inmediatas y de corto plazo se requieren acciones de carácter educativo de mediano y largo plazo para la formación de ciudadanos con valores en relación a la honestidad, el respeto de los derechos humanos, etc.

Por ejemplo:

Es necesario lanzar una campaña a nivel nacional, con el apoyo de los maestros(as), del sector privado y de los gobiernos federal, estatales y municipales, para crear conciencia acerca del respeto de las propiedades ajenas enfatizando en la honestidad como un valor fundamental para la convivencia pacífica. También (entre otras cosas) educar acerca de no hacer trampas en los exámenes y en los negocios, etc.

Se trata de cambiar en las mentes de los mexicanos la frase “el que no transa no avanza” por “el que hace trampa no avanza” para fomentar la puesta en práctica de la honestidad en la vida diaria.

Finalmente, pero no menos importante: Es indispensable hacer valer la ley de manera que todos(as) sepan que NO hay impunidad y que el incumplimiento de las leyes se paga con cárcel, con multas y con el repudio social.

En próximos artículos empezaré a “aterrizar” la forma y contenido de la campaña propuesta e invito a las(os) lectores a enviarme sus ideas para enriquecer el diseño de la misma.

Y así no intentaremos pagar con unos litros de gasolina, algo que NO tiene precio:
¡la vida humana!