Morelia, Michoacán. 25 de abril de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- El Laboratorio Nacional de Materiales Orales (Lanmo) fue el primero aprobado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en el área de Humanidades. Actualmente desarrolla el proyecto de investigación Materiales orales de la zona lacustre michoacana: documentación, procesamiento y análisis, que se pregunta cómo se construye el paisaje en función de los relatos que circulan en la tradición oral.

El objetivo de este proyecto es entender cómo se configura el espacio a través de la suma de historias y el impacto que esto genera en los procesos identitarios de las comunidades: cómo se conciben a partir de su entorno.

El proyecto de la zona lacustre michoacana se desarrolló principalmente en las poblaciones de Zirahuén, Pátzcuaro, Tecuena, Santa Fe de la Laguna, Tzintzuntzan, Ihuatzio, Pacanda y Yunuén, lugares que se reconocen y definen no solo por su geografía sino por sus simbolismos, comenta la doctora Berenice Granados Vázquez, coordinadora académica del laboratorio y docente de la licenciatura en literatura intercultural de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES), unidad Morelia, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Con el sondeo de relatos hacen un trabajo de recuperación. Su metodología se basa en la entrevista abierta no dirigida, donde las personas de la comunidad hablan sobre lo que conocen de sus orígenes. Ahí encuentran temas nucleares recurrentes, con lo que rastrean las historias comunes.

“Hemos encontrado la creencia compartida de que las islas en medio de los lagos son un gigante que a la llegada de los españoles huyó de ellos y se ahogó dejando algunas de las partes de su cuerpo al descubierto: su brazo, su rodilla, su cabeza”.

En el camino, reconocen los mitos asociados a los espacios, de tal forma que en la zona lacustre las personas utilizan ciertos marcadores simbólicos conocidos como “encantos” para ubicarse en su entorno. La doctora Berenice Granados comenta que son marcadores espaciales, generalmente relacionados con eventos sobrenaturales, que vinculan la tierra con los umbrales del inframundo.

“Es muy común el relato de los pescadores que han bajado a platicar con el Diablo, quien a cambio de su alma les da el don de pescar siempre”.

La doctora señala que desde la antropología se estudia cómo las características del entorno, en este caso donde la principal actividad económica es la pesca, se conforman como un rasgo fundamental de la identidad comunitaria.

El Laboratorio Nacional de Materiales Orales también alberga otros proyectos, proporciona herramientas técnicas para poder desarrollarlos y producir materiales que sirvan como referencia para investigadores. Se generan estudios básicos e introductorios de cada zona, que puedan ser utilizados como punto de partida para estudiarse con mayor profundidad.

“Así cuando un investigador quiera estudiar lo que se ha dicho sobre las conexiones subterráneas entre las corrientes de agua de Pátzcuaro (mujer) y de Zirahuén (hombre) en las fuentes virreinales, sabrá que hasta el día de hoy los pobladores relatan que ambos lagos son novios que se comunican por debajo de la tierra, y quizás pueda vincularse esta información etnográfica con datos de otra índole”.

Explica que se trata de un fenómeno de antropomorfización del paisaje, esto es, asignar al lago un género en función de sus cualidades. “En la cosmovisión de los pueblos mesoamericanos, como los lagos son grandes proveedores, son concebidos como mujeres. En el entendido de que en el paisaje existe una fusión y una fisión de entidades, es paisaje y algo más”.

Cada investigación del Lanmo se materializa en un corpus de materiales orales. Todos contienen un dosier cartográfico, el conjunto de relatos con el crédito de la persona que lo narró, un dosier fotográfico y un índice de narradores con fotografías.

Sobre la investigación de la zona lacustre se generó el corpus El lago era mujer… Relatos de Zirahuén, editado por la UNAM y el Conacyt.