• Cuando del romance se trata, normalmente el corazón y la razón no se llevan muy bien. Sin embargo, cuando una persona se enamora en su cerebro ocurre algo parecido a una revolución, explica Experto CETYS 

Mexicali, Baja California. 12 de febrero de 2021.- Cuando del romance se trata, se puede decir que el corazón y la razón no se llevan muy bien. Sin embargo, cuando una persona se enamora en su cerebro comienzan a suceder cosas, conexiones de neuronas, segregación de sustancias propias de la emoción llamada amor.

Desde la perspectiva de la neuropsicología, el enamoramiento y una fecha icónica como lo es el 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad o de San Valentín, tienen mayor relación al tratarse de un sentimiento que experimentan los seres humanos.

Podemos entender al amor romántico, como un sentimiento universal, o un constructo social, indicó el Dr. Daniel Álvarez, coordinador de la Maestría en Neuropsicología de CETYS Universidad Campus Mexicali.

Detalló que el enamoramiento es un estado emocional en el cual una persona se siente atraída por otra, y en el que encuentra satisfacción cuando puede comprender y compartir las diversas experiencias que trae consigo la vida con dicho ser especial. 

Tal y como explican importantes autores de su ámbito, el académico precisó que el amor romántico no es un proceso que se inicia en el corazón, sino que se trata de un evento que se construye y, algunas veces, se destruye al interior del cerebro.

Pero, ¿Qué es lo que sucede para que un sujeto quizás desconocido se convierta en el ser amado o en una persona especial?

El primer paso para responder esta incógnita es analizar la etapa de enamoramiento, ese estado inicial en el que diversos neurotransmisores disfrazados de cupido empiezan a cambiar su funcionamiento en el cerebro. 

“Cuando nos enamoramos se registra un aumento en los niveles de dopamina, un neurotransmisor relacionado con la sensación de gratificación, de placer, y con los procesos de emoción y motivación, regulando la sensación de expectativa hacia la recompensa. Esto provocaría que cuando nos enamoramos estemos propensos a buscar cualquier excusa con tal de ver, oír o simplemente estar junto a la persona en cuestión”, explicó el experto.  

Posteriormente, aumenta el número de los neurotransmisores enamorados y de la noradrenalina en el cerebro, lo cual puede provocar entre otras cosas insomnio, pérdida de apetito y taquicardia, “probablemente esto último explicaría el motivo por el cual el corazón acabó siendo el símbolo del amor y no el gris y arrugado cerebro”. 

Al mismo tiempo, la serotonina presenta niveles bajos de concentración, lo cual podría estar relacionado con los pensamientos obsesivos que la mayoría de las personas presentan hacia la persona amada durante esta etapa. 

Así que enamorarse no es solamente producto de un desbalance químico que ocurre en el cerebro, sino que también desencadena efectos en sistemas funcionales de distintas regiones relacionadas con los procesos de emoción, motivación o el juicio y la lógica, específicamente localizados en la corteza prefrontal que es el centro del funcionamiento ejecutivo y del pensamiento crítico. 

Todo este proceso, comentó el Dr. Álvarez, se traduce como una suspensión del juicio de los criterios de valoración con los que juzgamos a otras personas, es decir, “nos volvemos ciegos ante los posibles defectos que pueda tener la persona amada”.

Finalmente, el coordinador dijo que el amor es un proceso muy exigente para el cerebro, pero que tiene la capacidad de hacer felices a las personas, por lo que lo más recomendable para cuidar el bienestar y la salud de este órgano vital es elegir con cuidado a esa persona, para que haga valer la pena todos los cambios experimentados. 

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