DEVENIRES COTIDIANOS, por Susana Ruvalcaba*

Sydney, Australia.- Se encontraba a dos cuadras de la estación del tren de Pennant Hills. Los dueños eran originarios de China y el equipo de trabajo se componía solamente de mujeres sólo una de ellas australiana-.

“Las mujeres son más limpias” me dijo la dueña cuando me entrevistó para el puesto. Buscaba un all rounder, es decir, alguien que aprendiera todas las posiciones del café, desde ser mesera hasta hacerse cargo de la caja, fungiendo también como barista y responsable de limpieza.

Fuera de la casa donde viví, con una familia australiana, ese pequeño café me permitió observar y conocer más de cerca la cultura de ese país. Entre sándwiches y pays, capuchinos y tés, fui conviviendo entre 30 y 40 horas semanales con los clientes del establecimiento.

Las personas de la tercera edad eran quizás el sector más atraído por el lugar. Había un descuento del diez por ciento para ellos, por lo que muchos pasaban a tomar su lunch al café. La mayoría eran clientes frecuentes que estaban ahí al menos dos veces por semana. Poco a poco me fui familiarizando con ellos y aprendiendo lo que usualmente tomaban.

Ser mesera en ese café no fue una tarea que dominara de la noche a la mañana. Empezando por el acento australiano y algunos términos a los que no estaba acostumbrada, siguiendo por las jornadas que se extendían de las siete de la mañana a las cinco de la tarde y terminando con la necesidad de aprender el sistema del café y de tomar las órdenes usando una Tablet, hasta el hecho de cerrar el día con la limpieza obligada de todo el local.

Sin embargo, los australianos son por lo general pacientes y agradables. Muchos no se quedaban con la curiosidad y preguntaban por mi país de origen. Tienes acento americano, ¿o es que eres canadiense? decían unos. ¿Eres italiana o griega?, ¿brasileña acaso? cuestionaban otros. Algunos se divertían cuando pronunciaba tomeiro en lugar de tomato, que es como se refieren ellos al jitomate.

Casi siempre, cuando me disculpaba por no ser lo suficientemente rápida al tomar las órdenes, o por confirmarlas a detalle o cuando pedía que me repitieran lo que habían dicho, tenía que explicar que era nueva en el café y que además, el acento se me complicaba un poco. Los clientes sonreían –salvo uno, bastante mayor, cuyo acento estaba demasiado marcado y me acusaba de estar tan sorda como él-.

En unas semanas, empecé a recitar la lista de postres y pastelillos –que variaba siempre de un día a otro-. Identifiqué también lo que los clientes consumían usualmente. Las hermanas gemelas de más de 70 años de edad que acostumbraban tomar cada una un capuchino. La madre e hija gluten free que tomaban chocolate en agua y sin azúcar y la pareja de veganos que pedía un un BLT (sándwich de tocino, lechuga y tomate, por sus siglas en inglés) sin tocino.

Entre los adultos mayores, las señoras que venían con sus niños menores de cinco años, a tomar un café después de recogerlos del gymboree -una especie de escuela a la que los niños asisten con sus padres y realizan actividades que promueven su desarrollo físico, cognitivo y social- y el grupo de mamás lactantes que se reunían ahí todos los lunes a conversar mientras amamantaban a sus bebés, me gané la vida unos meses.

Aprendí de café: expresos y macchiatos, lattes y flat whites, short blacks y long blacks. De cómo es un doble shot de té o uno half strength, a ofrecer cinco diferentes tipos de pan para acompañar la orden, de la frecuencia con la que se rellenan los saleros y se resurten los sobrecitos de azúcar en las mesas. Pero sobre todo, aprendí de la naturaleza social y cálida de los australianos que fueron siempre amables con esta extranjera que hacía lo posible por verlos disfrutar sus alimentos y bebidas.

Susana Ruvalcaba: Comunicóloga por gusto. Maestra en política pública por afición y maestra en desarrollo y cambio cultural por ventura. Tiene más de tres décadas de edad, cinco canas, y carece de lugar fijo de residencia. En sus horas libres disfruta de la lectura y la reflexión y escribe sus Devenires Cotidianos en Brunoticias.