• Por Chessil Dohvhenain

San Luis Potosí, San Luis Potosí. 7 de mayo de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).– Un grupo de jóvenes investigadores y arqueólogos egresados de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) presentaron públicamente, en colaboración con la Secretaría de Cultura del Estado (Secult) y la Dirección de Patrimonio Cultural (DPC), avances de recientes descubrimientos que marcan un hito dentro de la investigación científica arqueológica del estado.

Dentro de los hallazgos se han encontrado sitios arqueológicos con arte rupestre enmarcados dentro de una compleja interacción cultural de miles de años, que constituye el marco general de la historia antigua de la región poco conocida a la fecha, salvo por contados trabajos especializados.

La región de San Luis Potosí por mucho tiempo ha estado inserta —dicen los académicos— en lo que se conoce como la frontera entre los pueblos prósperos y agrícolas mesoamericanos, y los vastos desiertos e inhóspitas tierras del norte del país, en donde se cree en el imaginario popular que habitaron naciones de salvajes guerreros indomables conocidos como chichimecas.

 

Nuevos descubrimientos 

El equipo de investigación ha presentado además resultados preliminares sobre el proyecto de documentación de arte rupestre que cuenta con el permiso del Consejo Nacional de Arqueología (CNA) y el apoyo de los Centros INAH San Luis y de Querétaro, así como de la UASLP.

Durante un año de recorridos para encontrar sitios con arte rupestre, se localizaron tres en total en la región, cuyas ubicaciones se mantienen en secreto por motivos de seguridad de estos mismos.

“Hemos encontrado cosas interesantes. De los motivos, llama la atención la complejidad de la presencia de escenas de caza, así como series de digitaciones que probablemente se traten de cuentas de tiempo, de fenómenos celestes o cacerías; asimismo, representaciones de maíz que nos llama mucho la atención encontrarlas en este tipo de sitios por su ubicación”, comenta la arqueóloga Laura Rodríguez.

El asunto de las representaciones de maíz es importante porque, de acuerdo con el geólogo Marco Antonio Rojas Beltrán, del Instituto de Geología de la UASLP —quien ha colaborado de cerca en la caracterización geológica de los sitios descubiertos con la joven investigadora Mónica Fernanda Pineda Orta—, la Sierra de San Miguelito, donde el diseño antiguo fue localizado, tiene propiedades geológicas que no permiten el cultivo de maíz o la práctica intensiva de la agricultura.

“En términos geológicos, la zona centro de San Luis Potosí se caracteriza por la Sierra de San Miguelito, la cual es una de las regiones mejor cartografiadas de la Sierra Madre Occidental, la cual está entre las provincias volcánicas ignimbríticas más grandes del mundo”, comenta en entrevista el ingeniero especialista en petrografía.

Entonces ¿qué hace una representación de una planta de maíz en una región de origen volcánico, en el interior de la sierra, que no permite el cultivo de dicha planta salvo en los valles alejados?

Desde el punto de vista de trabajos como el de Gráfica rupestre y paisaje ritual: la cosmovisión de los recolectores-cazadores de Querétaro, escrito por uno de los asesores del proyecto, el doctor Carlos Viramontes Anzures, y publicado en 2005, según las visiones del mundo de grupos indígenas aún vivos y de las pistas que se pueden inferir de las visiones del mundo de los grupos del mundo prehispánico, se sostiene la hipótesis de que la roca en la que se pintaba era más que una simple roca.

Es altamente probable que la roca donde se pintaba fuera considerada como una parte de la naturaleza con “personalidad”, que contenía alguna forma de “esencia vital” que compartía con los humanos, lo cual la convertía en un lugar sagrado que se constituía como una frontera entre nuestro mundo y el mundo sobrenatural.

Pintar en la roca entonces se volvía una manera de activar las fuerzas de ese mundo más allá del nuestro para que actuasen en nuestro mundo. Quizá de ahí la necesidad por pintar en abrigos rocosos que ya estaban pintados antes, como es el caso del sitio Arroyo La Laja, documentado por el proyecto, y en el que hay pintura blanca sobrepuesta a motivos pintados en rojo, señal clara de dos periodos de ocupación distintos del abrigo.

“Se han estado descubriendo sitios en distintas áreas de la Zona Centro, siendo analizadas con tecnología creada para estudiar este tipo de manifestaciones culturales y se han descubierto un sinfín de motivos diversos”, complementa Gilda López.

Desde abrigos rocosos cerca de fuentes naturales de agua con series de dedos pintadas en blanco, superpuestas a diseños abstractos en rojo, hasta diseños de posibles venados macho representados en actitud de movimiento siendo cazados son algunos de los diseños mostrados en fotografías que, por desgracia, aún no pueden hacerse del todo públicas.

Hay una interesante diversidad de motivos representados, desde diseños geométricos como puntos y líneas arreglados en distintas composiciones, hasta diseños más realistas, que representan formas humanas, de animales y plantas. Otros más los podemos categorizar como abstractos que, a nuestra forma occidental de pensamiento, parecieran no tener un orden lógico. Muchas veces los motivos se encuentran relacionados entre sí y, por lo tanto, se deben estudiar tanto los motivos individuales como las escenas completas para podernos acercar de una manera más completa a su interpretación”, comenta Antonio Sánchez.

Mostraron que de los tres sitios descubiertos, la mayoría de los diseños pictóricos se encuentra plasmada con pigmento rojo, que ciertos estudios en otras regiones sugieren puede ser una mezcla de grana cochinilla, arcilla o cinabrio mezclados con algún aglutinante orgánico aún no identificado, y que además poseen un estilo de manufactura similar al de tradiciones pictóricas rupestres como las que el doctor Carlos Viramontes Anzures reporta para el nororiente de Guanajuato y el semidesierto de Querétaro.

Hay ciertos diseños pictóricos, como en la también descubierta Cueva de Indios, que recuerdan símbolos mesoamericanos como la llamada “xicalcoliuhqui”, que podía significar muchísimas cosas dependiendo del contexto, o la “greca escalonada” que se ve en la cerámica tipo San Luis Polícromo encontrada en la región. Incluso los diseños de posibles guerreros con tocados y escudos, que ya reportaba Antonio de la Maza para Villa de Arriaga en 1954, son sugerentes.

Al respecto, el arqueólogo Antonio Sánchez comenta que “sabemos de la existencia de grupos chichimecas en esta región que formaron parte de un área cultural vasta conocida como Gran Tunal; sin embargo, no hay evidencias concretas para poder proponer quién realizó las pinturas, y peor aún, no sabemos ni siquiera si se tiene registro en las fuentes etnohistóricas de todos los grupos de chichimecas que en verdad existían. Otro aspecto es que cuando se habla de pintura rupestre en estos parajes, automáticamente lo asociamos con esos chichimecas belicosos; no obstante, ¿existe la posibilidad de que grupos sedentarios practicasen esta modalidad de expresión pictórica con otros fines? Posiblemente sí”.

También han documentado la presencia de una escena de cacería bastante esquemática, que representa un cérvido macho en movimiento con dos personajes antropomorfos cercándole el paso, uno por el frente y otro por detrás. Lo interesante con las escenas de cacería en el arte rupestre es que al menos en Europa estas no aparecen sino hasta fechas muy tardías en las que las sociedades autoras o bien se habían convertido en pastoras o agrícolas, o se habían constituido en sociedades estado.

En cuanto a los materiales usados para pintar, el geólogo Marco Rojas, responsable del Laboratorio de Petrografía y Mineragrafía de la UASLP, refiere que “  las rocas y productos volcánicos que dieron origen a la Sierra de San Miguelito constituyen la materia prima para los distintos usos de las sociedades antiguas. Entre estos usos están los materiales con los cuales se elaboraron las pinturas rupestres, las distintas herramientas de lítica y los mismos sitios arqueológicos (abrigos rocosos, grutas, afloramientos de roca), que son parte del paisaje geológico-geomorfológico, y como tal pueden y deben ser descritos para una mejor comprensión arqueológico-cultural”.