Amor a distancia… ¿Se puede?

Son tiempos donde la distancia ha marcado nuestra vida y más nuestras relaciones interpersonales, y no se diga en el ámbito amoroso y la pregunta obligada se vuelve ¿puede la distancia acabar con el amor? Las respuestas pueden ser varias, pero estando a la distancia o no, en confinamiento o no, la relación de pareja siempre implica un reto a nivel personal para lograr mantener el interés y el amor de manera constante.

Si bien no hay fórmulas para ello, si existen varias maneras para reflexionar sobre este tema al respecto, ya que cuidar los vínculos afectivos y cultivar el crecimiento personal para relacionarse desde el amor y no desde la dependencia son claves para llevar de forma constructiva la relación a distancia.

Es probable que para unos esté siendo más duro, largo o difícil que para otros, pero lo que parece claro es que este tipo de situación tan desconocida puede ser un buen momento para descubrir el lado oscuro o el lado luminoso que predomina en la relación, pero… ¿Cómo saber si estamos destinados al fracaso o no en nuestra relación de pareja después de este confinamiento?

Esta situación puede ser una especie de prueba que ayude a develar algunos aspectos que estaban ocultos, ya que tal vez haya cosas que estaban de fondo y que tal vez pasaban desapercibidos en el día a día.

Una señal inequívoca que no estamos viviendo la relación de pareja de forma constructiva sería todo aquello que estén relacionado con el miedo, sin embargo, es posible vivir esta situación de forma constructiva pues también puede contribuir al crecimiento personal. Aprender a aceptar esta separación también puede contribuir a que esa persona haga «músculo emocional» y que eso le ayude a sostener y a superar sus miedos e inseguridades.

Una persona que está viviendo el confinamiento en soledad, sin su pareja, tiene la oportunidad de crecer, de lograr más autonomía y trabajar esa dependencia emocional que tenemos y de la que muchas veces no nos damos cuenta. Ese lado dependiente es el que nos lleva a idealizar a la pareja y a marcar todo lo que creemos que nos tiene que dar esa persona. Pero la pareja no es una madre que nos tiene que dar todo lo que necesitemos ni tampoco es la persona que debe cubrir todas nuestras expectativas y deseos.

En una relación de pareja pasa lo mismo que a una planta o a un hijo, hay que cuidarla cada día, también en la distancia. La única diferencia es que en esta situación tan excepcional hay que cultivar esos vínculos diariamente con las fórmulas que tenemos a nuestro alcance, como son las llamadas, los mensajes, las videollamadas, los momentos compartidos.

El reto real de mantener una relación a distancia es buscar mantener el “nosotros” sobre el “yo” todo el tiempo, más allá de estar presentes o no, tenemos que alimentar a diario esa sensación de pertenencia, y evitar que la fragilidad e inestabilidad de una relación en esta situación, dependa de lo que cada quien haga para si mismo, sino que la pareja sea un espacio de dos y no donde cada uno busque sobrevivir por su cuenta.

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