• Parte del centro ceremonial que se distribuye en su ladera nororiental, es ahora la tercera zona arqueológica abierta en ese estado, y la 191 en el país

Teúl, Zacatecas. 5 de octubre de 2018.- Hasta hace una década, el Cerro del Teúl, al sur de Zacatecas, era en la memoria de sus habitantes sólo uno de los últimos bastiones de los aguerridos caxcanes que sucumbieron a la invasión española, sin embargo, un proyecto de largo aliento fue revelando a “La morada de los dioses” como un sitio que mantuvo una ocupación ininterrumpida de aproximadamente mil 600 años, iniciada un par de siglos antes de nuestra era.

El equipo arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) sacó a la luz parte del centro ceremonial que se distribuye en la ladera nororiental del cerro: la Plaza Principal, el Patio Hundido y la Cancha del Juego de Pelota, para constituir la tercera zona arqueológica abierta al público en ese estado, después de La Quemada y Alta Vista Chalchihuites, y la 191 en el país.

La investigadora Laura Solar Valverde, investigadora responsable del Proyecto Cerro del Teúl, junto con sus colegas, Peter Jiménez Betts y Luis Martínez Méndez, resaltó que esta zona arqueológica “es una obra colectiva” y una muestra palpable de que “el amor al terruño es una fuerza que puede mover montañas”. Todas las personas e instancias que ayudaron a su puesta en valor —continuó— “ponen el ejemplo de que invertir en el patrimonio cultural es una apuesta infalible para regenerar el tejido social”.

Abre a la visita Cerro del Teúl, sitio con 16 siglos de ocupación prehispánica al sur de Zacatecas. Foto Héctor Montaño INAH

Por su parte, el director del Centro INAH Zacatecas, Carlos Augusto Torres, puso énfasis en la certeza jurídica con la que cuentan las 36.4 hectáreas que comprenden la poligonal del Cerro del Teúl, considerando el valor natural y cultural de este promontorio desde el cual se domina uno de los valles que se abren a las estribaciones de la Sierra Madre Occidental. Este logro fue posible con el apoyo del Congreso de la Unión en diferentes gestiones.

Miguel Ángel Maciel de la Rosa y Mayra Rivas, jóvenes que desarrollaron la aplicación, explicaron que ésta puede descargarse en el sitio a través de Play Store, y da acceso a información novedosa y a contextos de excavación ya cerrados, mediante el cedulario dispuesto en la zona arqueológica. También en el Centro de Atención a Visitantes, quienes tengan dificultad para realizar el ascenso podrán hacer su visita a través de materiales multimedia como los videos y realidad virtual.

Peter Jiménez Betts y Laura Solar Valverde, codirectores del Proyecto Arqueológico Cerro del Teúl, explicaron que la presencia de manantiales en la meseta media del Cerro del Teúl fue un factor decisivo en la elección de este lugar para fundar un centro ceremonial en época prehispánica, pues constituía la materialización de un altépetl o “montaña de agua”, de ahí que en época virreinal, el pueblo fue nombrado San Juan Bautista del Teúl, advocación que se daba a ciertos asentamientos donde se veneraba a una deidad de la lluvia y la fertilidad.

Laura Solar indicó que para desplantar el complejo arquitectónico más sobresaliente del sitio, los antiguos teulenses adaptaron cuatro niveles principales en la ladera nororiental del cerro y también diseñaron un sofisticado sistema de canalización del agua que se puede observar en espacios como la Plaza Principal.

La explanada abarca 45 m de longitud por 22 m de anchura, y se integra por dos pirámides, la de menores dimensiones al norte y la mayor al este, más una gradería que pudo usarse para ceremonias públicas en las que se conmemoraban algunos mitos de creación. Al centro de la misma se recuperaron restos de un altar circular, y cerca de él los vestigios de un fogón.

La orientación de los basamentos es coincidente con el eje que guardan, por ejemplo, las pirámides principales y la Calzada de los Muertos de Teotihuacan: cuestiones simbólicas y cosmogónicas provenientes del Centro de México están presentes aquí, pero no en materiales o manifestaciones, hablamos más bien de emulaciones locales de cosas que los señores de El Teúl estaban utilizando en una parafernalia ritual.

La evidencia arqueológica contrastada con datos etnográficos de los grupos indígenas del Gran Nayar, una región próxima, permiten acercarse a la función de los espacios, así, mientras la pirámide mayor con su orientación al equinoccio representaba a la montaña sagrada que ayudó al Sol a ascender al firmamento en el primer amanecer del mundo, el canal serpenteante que corre a sus pies simbolizaba a la serpiente acuática del inframundo que fue vencida por el astro rey.

Cerro del Teúl mantuvo una ocupación durante cuatro o cinco siglos antes que la Quemada y Alta Vista. Foto Héctor Montaño INAH

Un pasaje conecta a la Plaza Principal con el Patio Hundido, el cual es de planta casi cuadrangular (45 m x 45 m) y está delimitado por muros altos. En ese lugar, donde también debieron recibirse peregrinaciones, se localizaron entierros con ofrendas de vasijas y objetos de cobre, algunos individuos presentaban modificaciones culturales como el limado dental y la deformación craneal.

La visita por el Cerro del Teúl concluye en la Cancha del Juego Pelota, conformada por dos muros laterales y dos cabezales que forman la tradicional I latina. Uno de sus rasgos distintivos fue el hallazgo de un par de esculturas en piedra que representaban a jugadores (debieron ser cuatro en total), mismos que remataban sus extremos y servían de marcadores. Este espacio y sus monolitos ya habían sido descritos en ilustraciones del siglo XIX por personajes como el topógrafo militar Carl de Berghes y el ingeniero Juan Ignacio Matute.