SECTOR PRIMARIO, Por Francisco Mayorga Campos

Casi todos nosotros hemos visto que las estadísticas sobre obesidad y desnutrición en el mundo y en nuestro país son brutales. Tenemos al día de hoy 1,200 millones de personas con sobrepeso y casi 800 millones que padecen desnutrición. Es verdaderamente alarmante cuando reflexionamos lo que implican estos dos padecimientos.

El primero, el sobrepeso, conlleva una serie de enfermedades crónico degenerativas como la diabetes (principal causa de muerte en México), hipertensión así como trastornos anímicos que le impiden a las personas tener mínima calidad de vida, además el costo que tiene para los sistemas de salud publica es enorme pues el tiempo que la persona puede durar consumiendo medicamentos y demandando servicios de salud puede ser bastante largo. En México, el costo directo e indirecto de la obesidad es de casi 65 mil millones de pesos, esto lo pagamos casi en la mayoría los contribuyentes.

Por otro lado, en cuanto a la desnutrición, padecimiento sufrido mayoritariamente por los países pobres, las consecuencias son igualmente terribles: déficit de atención, potencial de las personas desperdiciado por no haber tenido una nutrición correcta durante los primeros años, baja productividad laboral, propensión a enfermedades entre otros.

Ambos problemas derivan en parte de fallas en un sistema integral de abasto de alimentos, falta de poder adquisitivo de las familias, una excesiva oferta de productos chatarra, una cultura pobre sobre nutrición, desintegración familiar y abandono, un estilo de vida sedentario y con prisas entre otros, sin embargo a nivel más profundo podemos decir que la verdadera crisis alimentaria subyace en la agricultura: hemos venido perdiendo la salud de nuestros suelos y por tanto los alimentos que producimos son pobres en nutrientes. En la medida que podamos revertir el estado actual evitaremos que los alimentos se vuelvan meros sustratos inertes que contienen nada más que lo que se irrigó al suelo y que en su mayoría son macro elementos como nitrógeno, fosforo y potasio necesarios pero insuficientes para la salud humana y animal. Sabemos que la nutrición integral incluye muchos otros nutrientes como minerales (26 ) vitaminas (13) y hasta probióticos y prebióticos que únicamente existen en suelos bien nutridos, limpios y con suficiente materia orgánica.

En este sentido, el verdadero reto es mejorar la calidad de nuestros suelos para poder mejorar la calidad de nuestros alimentos.

Ahora bien, cómo mejoramos la calidad de nuestros suelos. Yo mencionaría 3 puntos clave, simples, pero que implican una manera muy distinta de ver y hacer las cosas como hasta la fecha se han venido realizando.

El primero es respetar los ciclos biológicos y trabajar con y no contra la naturaleza. Ahora tenemos una oferta interesante de insumos orgánicos y biológicos.

El segundo es la rotación de cultivos pues es bien sabido que al igual que el monocultivo agota aceleradamente de ciertos recursos al suelo requiriendo este de dosis cada vez mayores de fertilizantes y herbicidas.

En tercer lugar se sugiere dejar materia orgánica degradarse e incorporarse al suelo para mejorar el nivel de microorganismos y recuperar la fertilidad. Las practicas de labranza mínima y labranza de conservación ya bien conocidas y documentadas por universidades, dependencias gubernamentales están al alcance de cualquier productor.

Finalmente y no menos importante, la solución de fondo a la problemática de nuestros suelos es no dejarse llevar por la ambición desmedida. El campo no es un esquema financiero, ni un sistema de computo, ni una maquinaria automática; muy por el contrario, el campo y su productividad dependen de factores biológicos que tienen sus ciclos de vida propios y están sujetos a las mismas reglas que cualquier persona de cualquier edad. No se puede forzar la producción sin costos colaterales ni alguien que pague las consecuencias, sea hoy o mañana.

Todavía estamos a tiempo de replantear nuestra alimentación y nuestros métodos de producción y de convencernos que con ligeros cambios podemos lograr grandes avances y sobre todo, dejar a las futuras generaciones mejores suelos, mejor agricultura y mejores alimentos que serán vitales para su salud.

Francisco Mayorga Twitter  @fmayorga00